30 de abril de 2012

RAYO VALLECANO-BARCELONA (0-7): EL (PEN)ÚLTIMO TRIBUTO A PEP, DE PEP.

Sentado en el banquillo, silencioso y tranquilo, junto a Tito Vilanova. Presente y futuro –también un pasado excepcional-. Así vivió Pep la noche en el Teresa Rivero. Era el primer partido tras el anuncio de su adiós. Un día triste que sus jugadores transformaron, a través de su juego, en alegría. Fútbol de poetas, con el público y equipo vallecano de espectadores de auténtico lujo. Nunca ese césped vio correr tanto un balón; de lado a lado, de extremo a extremo; con el mismo ritmo de una bola de pin-ball, aceleración, pausa, aceleración; con la mayor de las precisiones. Era el penúltimo homenaje de unos locos del balón hacía el jefe. Les deja…., la lección bien aprendida.
Es lo que tiene educar a través del buen gusto; el día que sale todo el espectáculo es mayestático, de otro planeta. Y es que si un marciano aterrizase ayer en Vallecas pensaría que esto de jugar al fútbol es sencillo. Ni un control erróneo; ni un desplazamiento errado; 50 pases de balón en una jugada, todos con sentido, al milímetro; el portero juega, el picapiedra construye, y al ‘10’ se le quieren llevar los extraterrestres porque es uno de ellos. Fútbol arte.
Nadie se lo quería perder. Incluso un nutrido grupo de aficionados que se encaramó a lo alto de un tejado próximo al estadio. Desde allí, al borde del precipicio, la perspectiva era buena. Pero insuficiente para atisbar lo que sucedía en la portería defendida por Cobeño, precisamente la más concurrida. Allí se cocinaron los goles culés de la primera parte. El primero, obra de Messi, en una jugada colectiva ‘made in barcelona’. El segundo se lo mete Rober tras el quiebro de Alexis Sánchez al portero. Y el último hasta el descanso se lo apunta Keita en un gol que hemos visto hasta la saciedad: Messi se deshace de tres rivales, atrae las miradas de todos, y de repente aclara la pelota a su compañero más desmarcado, regalo de “la pulga”.
Me imagino el discurso de Guardiola en el descanso. Breve. Conciso. Quizá un “gracias chicos”. Un motivo más para continuar la obra, brillante pero inacabada. 45 minutos más de fútbol pasión.
Así, el segundo acto no podía empezar de otra manera. Gol de Pedro al minuto de reanudarse. Tras éste, nuevas posesiones infinitas de estos yonquis del balón. El Rayo continuaba ensimismado con el fútbol culé y Sandoval era incapaz de plantear soluciones. Este partido se empezó a ganar el 27 de abril.
La rúbrica a la fantasiosa noche de los chicos de Pep llegaría en el último cuarto de hora de partido, que pondría la guinda a un pastel de 7 goles. El quinto lo firmaría la conexión brasileña Alves-Thiago. Uno centrando, el otro rematando, y ambos firmando una celebración espantosa –el único borrón culé del partido-. Pedro nos recordó a Pedrito en un sexto gol de los que acostumbraba a firmar años atrás, cuando su fútbol mayúsculo se camuflaba bajo el diminutivo de su nombre. Y Messi, ya en los estertores de la noche, prometió batalla a Cristiano Ronaldo, pase de Pedrito y gol del astro argentino, que completó un partido fantástico.
Pep, mientras tanto, acabó el partido como lo empezó. Quizá el juego de sus chicos, tan perfecto, le invitó a viajar en el tiempo, a recordar tantos y tan bellos episodios vividos en ese banquillo. Melancólico pero seguro, seguro de que ha tomado la decisión correcta, convencido de que deja su obra en buenas manos, consciente de que quedan muchas noches como la de ayer.

18 de abril de 2012

CHELSEA-BARCELONA (1-0): LOS CAPRICHOS DEL FÚTBOL

¿Por dónde empezar a explicar lo inexplicable? No es la primera vez, ni será la última, en que se dé un partido como el de ayer. Por eso el fútbol es tan maravilloso; por ese componente de azar que lo aleja de cualquier otra rutinaria actividad; por esa capacidad única e inigualable de coronar vencedor a un equipo que mereció perder, y de reservar el amargo regusto de la derrota para aquellos que hicieron todo para ganar; por devolver a un equipo en horas bajas todo aquello que le quitó –injustamente- en sus grandes noches europeas (el gol fantasma de Luís García, el ‘Iniestazo’ o el inoportuno resbalón en el penalti de Terry); por complicar las cosas al equipo de los retos permanentes; por guionizar, cuál Alfred Hitchcock, una eliminatoria rebosante de emoción, suspense y terror.
Seis días en vilo es ahora lo que queda por delante hasta que volvamos a escuchar los acordes de “The Champioooooons”. Una incertidumbre consecuente de todo lo que pudo suceder y no sucedió en la desapacible noche de ayer en Stamford Bridge.
Desde el pitido inicial se vio claramente la disposición de ambos equipos; el campo, inclinado hacia la portería de Cech desde el minuto 1; el Chelsea, encajonado en su esquina del ring, renunciando a cualquier tipo de compromiso con el balón, y esperando que Drogba –eterno Drogba- se las bastase por sí mismo para poder hacer daño a los culés; y los de Pep con la intención de finiquitar la eliminatoria pronto, en el minuto 5 mejor que en el 45, con una prisa enmascarada en un fútbol control primoroso.
Jorge Valdano decía que jugar contra un equipo sin vocación ofensiva era como tratar de hacer el amor con un árbol. En la noche de ayer, esta metáfora se me vino permanentemente a la mente, pues pocas veces se ha interpretado el papel de árbol de una forma tan fidedigna como el Chelsea anoche. El Barcelona, en su vertiente amorosa, consiguió pese a todo construir un espectáculo futbolístico maravilloso.
La maraña defensiva que construyeron los de Di Matteo se veía traspasada repetidamente. Desde el minuto 8, en el que Alexis se encontraba con el larguero, se sucedieron las ocasiones culés: Cesc, Adriano, Iniesta, Messi... Un puñado de llegadas clarísimas que constataba dos realidades: el Barcelona carecía alarmantemente de puntería; y el Chelsea no conseguía contener ese caudal de fútbol ofensivo y apabullante que desarrollaban los azulgranas…, pero seguía vivo.
La impresión general era la de que, tarde o temprano, los de Guardiola acabarían rompiendo el partido –y casi casi la eliminatoria-, pues su juego les catapultaba a otra dimensión inaccesible para los londinenses. Pero esa infinidad de pases y ocasiones no se tradujeron en un desequilibrio del marcador. Ya habían transcurrido 45 minutos y el luminoso no se movía. Lo que estaba por llegar, además, era una esas caprichosas “perrerías” que de vez en cuando se ven en un  estadio…
Messi, el jugador indestructible, esquivo al fallo durante tanto y tanto tiempo y en quién el balón descansa tranquilo de hurto, sorpresivamente perdía una pelota al tratar de girarse en mediocampo. En ese momento un deja vu´; Lampard inicia un contragolpe vertiginoso, alimenta con un balón al espacio la carrera de Ramires y éste, en semifallo, dona un gol a Drogba para la causa. Minuto 47 de partido y el resultado, de 1-0, es tan injusto como incomprensible.
Llegaba entonces el descanso, momento para la reflexión, espacio para corregir errores, ajustar y reforzar conceptos y buscar explicaciones al mal resultado. Pero, ¿qué había fallado realmente? Probablemente Guardiola vivió en esos 15 minutos de descanso uno de los momentos de mayor impotencia como entrenador blaugrana; al ser incapaz de encontrar un porqué a una derrota –momentánea- insondable.
En la reanudación nada cambió. El guión del partido siguió su curso; el Chelsea agazapado, tímido de mostrar sus vergüenzas; y el Barcelona desmelenado, vivísimo de ritmo y movimiento, pero tremendamente romo frente a Cech. Así se consumía el tiempo.
Una última doble ocasión de Pedro y Busquets en el descuento nos ayuda a comprender lo que fueron los 90 minutos sobre el césped de Stamford Bridge; combinación y asociación de los azulgrana primero; balón al palo después; y el rechazo sólo ante portería, lo envían fuera. Caprichos del fútbol.


16 de abril de 2012

ANÁLISIS REAL VALLADOLID: EN LA RECTA FINAL Y SIN “PAJARÓN”

Habíamos hablado hasta la fecha de que la Segunda División es un maratón en el que no hay que dramatizar una derrota, pues la longitud del trayecto permite fallar, sino que lo importante es mantener una velocidad crucero; ni muy alta, porque tus esfuerzos pueden penalizarte en el tramo final, y ver como tus rivales se aprovechan en tu caída; ni muy baja, porque descolgarse pronto puede dilapidar cualquier opción de ascenso.
En el tramo en que nos hallamos ahora mismo, jornada 35 sobre 42, se podría hacer un símil maratoniano. En la prueba de los 42,195 kilómetros, este momento de carrera sobre el kilómetro 35, es sinónimo de crisis –mental y física-, bautizado con el sobrenombre de “MURO”. El “muro” en el maratón lo pueden sufrir hasta los mejores y más expertos atletas. Nadie escapa de este “pajarón” que atenta sobre la mente y las buenas piernas del corredor, que ve como en muchas ocasiones se esfuman las opciones de éxito –ya sea ganar o simplemente acabar la hazaña-, porque su cuerpo apenas es capaza de mantenerse erguido sobre el asfalto.
El Celta debe estar atravesando por un sentimiento parecido al del atleta frustrado que se da de morros con el “muro”. Su temporada, brillante y firme hasta la fecha, de nada puede valer si en esta recta final se derrumba del modo que lo está haciendo. Los primeros síntomas de fatiga han aparecido de forma explícita, como en la mañana del domingo, en la que Borja (un Pucelano de pro) atacó dónde y cuándo más duele.
El Pucela en cambio, a la misma altura del camino, apenas parece padecer el desgaste de la temporada. El trayecto recorrido no debilita un correr elegante y armonioso, y la mente (tanto o más importante que la fuerza física a estas alturas) parece despejada. Y es que los hombres de Djukic han sabido aislarse de los problemas extradeportivos de un club que hace mucho tiempo que dejó de hacer las cosas con sentido. Aún así, afortunada y milagrosamente el profesionalismo de esta plantilla, en esta temporada, está lejos de cualquier tipo de duda.
ASPECTOS A TENER EN CUENTA:
-          Los números no mienten. La segunda posición que ocupa ahora mismo la entidad pucelana (amen de los 30 minutos que debe jugar todavía el Celta en Cartagena) habla a las claras del súper rendimiento que está extrayendo Djukic de su plantilla. Si hace unos meses se hablaba en los medios de comunicación de la famosa “media inglesa”, ésta se ha quedado en agua de borrajas; pues el hambre y la necesidad de victoria de los blanquivioletas sólo se sacia con 3 puntos cada domingo.

-          Solidez defensiva. Los números también sirven ahora para testar el nivel en defensa del equipo, que a estas alturas es el que menos goles recibe de toda la Segunda División. A ello contribuye el bloque entero, que trabaja más y de forma más eficiente que en la primera vuelta. Pero por encima del bloque, varios nombres:
§  Jaime: Genera serias dudas en el juego de pie y en los balones aéreos. Pero su personalidad, comunicación con su defensa y liderazgo contrarrestan cualquier síntoma de debilidad en otros aspectos del juego. Un portero que extrae un 200% de sus condiciones. Fenomenal aportación en la faceta defensiva.
§  Rueda: Jugador revelación de la temporada. No era central pero, a lo Mascherano, su reconversión desde el mediocampo ha sido brillante. Facilidad para desplazar el balón en largo, y claridad para superar la primera línea de pase. Su mayor problema llega con los balones a su espalda, pero esa lentitud que le lastraba al principio de temporada, la está compensando con una madurez posicional propia de un veterano.
§  Balenziaga: He manifestado en más de una ocasión que duele ver a un zurdo jugar en el lateral derecho, pero el vasco ha aceptado ese reto y cumple con creces domingo tras domingo. Sobretodo defensivamente, faceta en la que destaca gracias a su poderosísimo nivel físico. Ofensivamente es otra historia, ya que su deficiencia con la derecha le lastra en numerosas ocasiones. En cualquier caso, su presencia tapa un agujero que parecía traer de cabeza a Djukic.
§  Rubio y Víctor Pérez: La presencia de estos finos jugadores en los últimos partidos nos ha demostrado que no hace falta jugar con un “picapiedra” en el mediocampo para defender bien. El veterano y el novato se han complementado a las mil maravillas, demostrando una intensidad y actitud defensiva admirables. Además, sus recuperaciones de balón son efectivas, pues luego saben –y muy bien- qué hacer con la pelota. En ese sentido Nafti tiene un gran hándicap, y creo que el técnico lo ha sabido leer perfectamente.

-          Talento ofensivo. Hace poco escuchaba, en una tertulia radiofónica, una comparación de la actual plantilla con la del ascenso de Mendilibar. En la misma hacían referencia al talento ofensivo de la actual, que consideraban superior a la de los Víctor, Llorente, Borja, Sesma y compañía. Y en parte les doy la razón; así como aquel equipo era mucho más áspero y agresivo en la recuperación del balón (conseguían robar muy arriba, y esa era una de las grandes claves de su éxito), el actual crece desde posesiones más largas y elaboradas, especialmente cuando agarran el balón jugadores fantasiosos como Óscar o, recientemente, Alberto Bueno. En la misma sintonía, Javi Guerra es un delantero tremendamente diferente al gran Joseba Llorente. El “9” actual fomenta, con su juego de espaldas, la llegada de éstos jugadores de 2ª línea, y propicia que se den posesiones más largas; mientras que el vasco era un delantero de pocos toques, su hábitat era el área, y cuando salía de él simplificaba su juego muchísimo, en otras palabras, propiciaba un juego de más vértigo y menos fantasía: correr para llegar a gol; en las antípodas de lo que es actualmente el Real Valladolid.

-          Javi Guerra y la madurez de Óscar. Que Guerra no es el killer del año pasado creo que es algo que no se le escapa a nadie. Su forma física, por debajo del tono que debería, y su ansiedad y desquiciamiento continuo con el árbitro, están lastrando sobremanera la temporada de un jugador llamado a marcar más diferencias si cabe. Por el contrario, ese déficit (si se puede llamar de esa manera) es compensando con la extraordinaria campaña de Óscar. El salmantino, recordando sus mejores días, ha conseguido echarse el equipo a su espalda y erigirse en el auténtico líder del vestuario. Su fútbol diferente, pausado e inteligente marca las distancias en esta categoría y le da al Valladolid el plus necesario para estar ahí arriba. Además, en las últimas jornadas se está produciendo la nueva eclosión de Bueno –parece, por fin, la definitiva- que da otra dimensión si cabe al equipo. Resultado: muchísima pólvora en el área.

-          Lo que queda. Simplemente hay que afianzar estas fantásticas sensaciones que están viviendo en la actualidad. Djukic, además de la filosofía y buen gusto por el juego que ha inculcado en su plantilla desde principio de temporada, también ha tomado decisiones acertadísimas en las últimas jornadas (Rubio por Nafti o la incursión de Bueno), y parece que nada le puede desviar de la línea ascendente que dará con los huesos del Valladolid en Primera División. Simplemente hay que seguir alimentando a la mente (cuál maratoniano que se hidrata durante los 42,195 kilómetros) y esperar que el temido “muro” no aparezca, o que cuando lo haga, al Celta no le queden energías suficientes para alcanzar a los vallisoletanos.
                                                                                                                                                         

12 de abril de 2012

AT. MADRID-R. MADRID (1-4): CON CRISTIANO ES SUFICIENTE

Muchas veces he criticado –quizá de forma estéril- a Cristiano Ronaldo. Esos juicios, influenciado parcialmente por la persona más allá del futbolista, están basados en una concepción global del fútbol; la única que tengo. Esa misma que me hace coincidir con la apreciación que vierte Ángel Cappa sobre el portugués: “Cristiano juega con lo que le dio la naturaleza, que es muchísimo, pero no mejoró nada, ni lo va a hacer, en la medida que siga siendo el ególatra que es”. Yo matizaría que Cristiano (desde ahora CR7, que suena más cool) sí ha mejorado, ha crecido; es mejor. No es el mismo imberbe que debutó en el United, sino que ahora es más fuerte, más potente, más goleador. Pero creo que Cappa se refiere a otra dimensión del juego: LA COLECTIVIDAD, y ahí sí que coincido de pleno con él. El portugués, prodigioso en lo técnico e inigualable en lo físico, continúa siendo un jugador deficitario en el fútbol asociativo. Hasta tal punto que él solito, por su peso, se llega a comer el juego del equipo.
¡Qué forma de empezar una crónica! Sinceramente no creo que sea la mejor, pero si la más idónea para tratar de analizar el derbi de ayer, en el que el luso lo acaparó todo.
Y es que no vamos a contar la película entera desde su inicio. Lo primero porque no fue memorable; lo segundo, porque seguro que la viste; y lo tercero, porque centrándonos en el actor principal nos sobran –casi, casi- los secundarios. No obstante conviene hacer algunos apuntes y rescatar otros detalles del partido:
-          La puesta en escena de ambos conjuntos fue la ya esperada: ningún interés en dominar un partido que ambos querían resolver a la contra. Los colchoneros sólo veían la luz cuando Diego, de los pocos con la personalidad necesaria para tomar responsabilidades, agarraba el balón. Del brasileño llegaban las ocasiones más nítidas. Por parte de los blancos, ni Xabi Alonso, ni por supuesto Khedira, eran capaces de coger el timón. Nos encontrábamos ante un partido sin mediocampo, no ya por incapacidad, sino por principios credenciales.
-          A colación de esto, Xabi Alonso no vive sus mejores días en el Madrid. Su protagonismo en el juego ha caído estrepitosamente, y su cansancio es más que constatable. Físicamente le cuesta mucho más completar las transiciones ataque-defensa (en las que antes era siempre el primero en llegar), mientras que mentalmente y con balón está anclado, esclavo del plomizo peso de sus botas; cada vez le cuesta más encontrar y generarse líneas de pase clarividentes.
-          Se constató un hecho que creo va a ser una constante en muchos de los rivales del Madrid: buscar las cosquillas a Pepe. Sistemáticamente, en cada falta del portugués, los jugadores rojiblancos se agolpaban frente a él en un cruce de insultos deleznable. No contentos con ello, incluso Godín –la versión colchonera y cutre de Pepe- fue a su encuentro en un córner en contra; agresión que no vio el árbitro.
-          El Atleti es un embudo. Su tendencia a jugar por el centro repetidamente facilita muchísimo las cosas a su adversario. Ayer, el Madrid sabía que con tapar las incorporaciones de Juanfran y Filipe le bastaba. El Atleti carece de extremos que fijen la banda, tan sólo Arda lo hace de manera tímida, siempre para ir hacía el medio y casi nunca con la agresividad e intensidad necesaria. El resultado fue obvio, los laterales del Madrid (sobretodo Coèntrao, que veía venir de lejos el peligro) apenas sufrieron, porque sus pares no existían.
-          Además, este sistema de juego favorece muy poco las condiciones de Falcao. Éste tenía que caer en alguna ocasión a banda, dónde sus virtudes se diluyen y sus carencias se acentúan. El “Tigre” no es Agüero, no acostumbra a generarse sus tiros, no encara al rival, ni destaca en velocidad. Su fútbol se desarrolla en el área, dónde sí marca las diferencias. Su capacidad para la anticipación, su salto y su inconmensurable remate de cabeza beben de los centros laterales. Así vino, precisamente, el gol del empate a uno colchonero.
-          Antes de ese empate; CRISTIANO, dueño y amo del partido, ya había desequilibrado el mismo. Su influencia no había sido la propia de quién maneja el partido desde el medio, de quién llega constantemente a puerta, de quién supera una y otra vez a su adversario. No. El sometimiento de CR7 había sido tan simple y primitivo como coger un balón parado a 35 metros de portería, y depositarlo violentamente en la red. La “bomba inteligente” confundió a Courtois, a quién disculpo, no ya por la plasticidad de su estatua, sino porque el vaivén inconsistente de la pelota (más Nivea que Nike) exculpa a cualquiera. Sinceramente no creo que haya “cantada”.
-          Desde ese momento, ni el Madrid ni Cristiano volvieron a existir. Hasta el gol de Falcao, que de nuevo lo cambia todo. En ese instante el portugués de Madeira se vuelve a sentir necesario, imprescindible; en un papel que adora, el de salvador heroico. Y eso fue a orillas del Manzanares; nuevamente caza el cuero, esta vez en movimiento, lo controla, se perfila y zurriagazo… Courtois falla. Para mí esta vez sí (curiosamente pienso al contrario que la opinión pública). Este balón, a pesar de su violencia y caída plomiza, creo que era más atajable y previsible que el primero.
El caso es que Cristiano ha dinamitado ya el partido. No recuerdo, más allá de los goles, jugadas suyas de demasiado mérito, ni excesiva influencia sobre el juego colectivo. Pero esta vez, su individualismo ha servido al bien grupal. Su equipo, tremendamente romo y atascado, continúa vivo por dos genialidades del portugués.
-          Benzema, un delantero con alma de centrocampista, vivió una noche aciaga. Su fútbol asociativo, dinámico y combinativo, némesis del de Cristiano Ronaldo, suele hacer jugar a su equipo. Su partido, flojito como en pocas ocasiones esta noche, quizá pueda suponer una de las más acertadas explicaciones al poco caudal futbolístico de los blancos. Si a su gris actuación, añadimos la no mucho más lúcida de Kaká y Özil (que entre los dos suman uno), la inoperancia de Alonso y Khedira, y la todavía precaria puesta a punto de Di María, hallamos la complicada respuesta al críptico partido blanco.
-          El caso es que el segundo mísil de Cristiano tumbó a los rojiblancos. Godín terminó por cavar la tumba en un penalti tan tonto como innecesario (una muestra más de que no se puede vivir el fútbol a dos mil revoluciones), para gloría de CR7 y de su cuádriceps. Gracias por mostrárnoslo.
-          Por último, Callejón se sumó a la fiesta portuguesa, con una celebración también para enmarcar. ¡Qué bonito es el fútbol!

10 de abril de 2012

BEN ARFA: VERTICALIDAD Y GOL


Estamos, sin duda, ante el gol del fin de semana. Una obra de arte que permite a los magpies seguir soñando con esa plaza Champions que les devuelva al escaparate europeo -empatados ahora mismo a puntos en la 4ª plaza con el Tottenham-.

El gol tiene, por encima de cualquier otra cosa, VERTICALIDAD. Evoca a otros grandes goles anotados por leyendas como Maradona, Ronaldo o Messi, pero éste probablemente sea el gol más vertical, directo y lineal que jamás haya visto. Apenas hay quiebros, amagos o gestos técnicos prodigiosos, más allá de un primer control orientado impecable para sentar a su primer defensor, y de una conducción vertiginosa sobre un raíl que le lleva hasta la portería. 60 metros, 6 toques al balón y poco más de 6 segundos para batir al portero con sencillez. Maravillosa jugada, sin ornamentos, ni florituras.

A veces el fútbol es tan primitivo...

8 de abril de 2012

ZARAGOZA-BARCELONA (1-4): SIN BALÓN TAMBIÉN HAY PARAÍSO

Prescindir de Xavi, Busquets e Iniesta supone, en parte, desnaturalizar  un estilo y un modo de entender el juego, sólo accesible al fútbol culé. Por mucha cantera y relevo generacional, anunciado a las mil voces que viene por detrás, estamos hablando de tres de los jugadores más importantes del mundo, e insignias de la filosofía futbolística azulgrana: mantenedores imperturbables del balón, maestros del juego de posición. Pero Guardiola, consciente del maquiavélico calendario que se les presenta próximamente, creyó conveniente dar descanso a los citados jugadores e inyectar moral a un desafortunado Keita en lugar de Busquets, a un inconsistente Thiago en el sitio del profe Xavi, y a Cesc como jefe de una línea medular inédita hasta la fecha.
Obviamente el bajón futbolístico del Barcelona en La Romareda fue considerable. A eso ayudó, y mucho, un Zaragoza enrabietado en su lucha –contra sí mismo y contra el tiempo- por conseguir la ansiada permanencia. Con el apoyo de los suyos, y un sobreexcitamiento inyectado en vena por su técnico Manolo Jiménez, la resistencia maña fue conmovedora. Envueltos por una atmosfera heroica que descendió de la grada al césped, la entrega de los blanquiazules casi rozó premio.
De éste le alejaron ciertos errores puntuales, y mayormente individuales. El primero; un fallo desde el punto de penalti de Aranda, que quedó subsanado por su propio gol minutos después. El segundo; un error de bulto en el juego aéreo por parte de Roberto, que tuvo un castigo ejemplarizante: gol de Puyol. Y el tercero y definitivo; una segunda amarilla de libro a Abraham, que pecó de ingenuo ante su inferioridad con su par, en este caso un extraordinario Alexis. Tres errores de bulto que penalizaron, en exceso, el fenomenal trabajo colectivo maño.
Con los citados fallos cogió aire un Barcelona que sufrió como pocas en lo que va de temporada. Sin balón, su principal y único arma, los culés se enzarzaron en una batalla cuerpo a cuerpo que descubrió sus vergüenzas. Especialmente en una línea defensiva que, si bien ya tenía suficiente con contener a dos puntas tan móviles y correosos como Aranda y Lafita, también tuvo que atender a las fugas que se generaban en el mediocampo. Además, el oasis que suele suponer en el Barcelona la posesión del balón, era ayer una suerte tremendamente complicada de dominar. Estaban, aunque suene fuerte, a merced del 18º clasificado de Liga.
Todo este argumento, que parecía diseñado por el propio Mourinho, se desmontó en 5 minutos trágicos para los intereses zaragocistas. Quizá tuvo que ver también con un bajón físico evidente y entendible. Total, de un 1-0 corto, a un 1-2 implacable en un suspiro, con Messi, como no, como protagonista.
Quedaba por delante toda una segunda parte que se preveía larga para los de Jiménez. Pero nada más lejos de la realidad, sus pupilos lo siguieron intentando, evitando que el Barcelona pisara demasiado el área defendido por Roberto, y creando alguna ocasión de peligro. Los de Guardiola, por el contrario, parecían seguir petrificados, asustados todavía por la ferocidad local. Fue entonces cuando el técnico de Sampedor decidió mover ficha: Busquets dentro, Keita fuera. La inyección anímica fue tan instantánea como demoledora para el Zaragoza.
El recién ingresado en el terreno de juego aportó la pausa necesaria para acceder al balón. Desde ahí sí, el Barcelona dominó y Messi decidió. Pero el recorrido hasta ese punto había sido tremendamente duro para el Barcelona, así como cruel para los zaragocistas.
El 1-4 final no puede llevar a engaño. Cualquier elogio para los de Jiménez se queda corto. La lectura culé debe ser igualmente positiva; pues salvaron un nuevo matchball, un partido peligrosísimo, y los experimentos, si bien no funcionaron, no penalizaron los 3 puntos. En definitiva, el Barcelona supo ganar sin balón, y eso sí que da miedo.

5 de abril de 2012

SEMIS DE CHAMPIONS

Ya está, un año más conocemos a los cuatro equipos más fuertes de Europa. Seguramente algunos no estén de acuerdo con esa sentencia y se acuerden del City, United, Juve, Borussia o incluso Athletic de Bilbao. Pero no amigos, las cuatro escuadras más potentes del viejo continente son, hoy en día: Barcelona, Madrid, Chelsea y Bayern. Porque así lo ha dictado la UEFA Champions League, la competición más elitista y exigente de Europa, que ahora nos va a regalar dos eliminatorias deliciosas, con aroma añejo y ánimo revanchista: Bayern Munich-Real Madrid, y Chelsea-FC Barcelona.



BAYERN MUNICH-REAL MADRID
El enfrentamiento bávaro-madrileño ha sido una constante en la historia de esta competición, regalándonos batallas épicas y polémicas en la historia reciente.
En la actualidad ambos equipos izan la bandera de un fútbol vertiginoso, trepidante y vertical. Inigualable en ese aspecto a cualquier otro equipo en el mundo. Con una pegada brutal, y unas bandas eléctricas, su juego es tan simple, tan natural, como demoledor.
Sin ningún tipo de remordimiento ni rubor, ambos equipos enfurecen cuando atisban debilidad en su rival. Algo que definió un día el Loco Bielsa, estableciendo un paralelismo callejero y  futbolístico: “en las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va a por todo, a matar”. Sin duda que Bayern y Real se adscriben a estos últimos. Agresividad sin compasión.
Por ello la eliminatoria se presenta fascinante, a tumba abierta, sin mensajes crípticos y, esperemos, que sin ataques de entrenador. Jupp Heynckes y Mourinho están demostrando su tremenda valía extrayendo un rendimiento máximo a sus plantillas. El primero lidiando con esa lucha de egos Ribery-Robben, y sacando el máximo provecho de esos dos extremos autoritarios, al servicio de su equipo y de un Mario Gómez que engrosa sus números de manera escandalosa. Mourinho como siempre, conduciendo a sus jugadores al límite, en un tío vivo permanente, que va desde recibir el oprobio del Bernabeú a ser aclamado por otros muchos, pero siempre a un nivel competitivo y de exigencia máximo.
En el global creo que el Madrid está un peldaño por encima; el que marca su solidez defensiva, cimentada en una pareja de centrales fuera del alcance de los bávaros (quizá su mayor debe). En los demás contextos futbolísticos creo que ambos equipos caminan parejos, muy similares conceptualmente en algunos puestos –principalmente en sus extremos, y también en los medios llegadores a área-, y diferentes en otros; sobre todo en la posición de delantero centro, dónde en un equipo predomina el punta móvil y generador de juego (Benzema y, en menor media Higuaín), en el otro lo hace el islote y finalizador fuerte (Mario Gómez).
En cualquier caso, preveo una eliminatoria igualada en la que los detalles la decantarán hacía uno u otro lado. ¡Toma topicazo para acabar un análisis!

CHELSEA-FC BARCELONA
Todavía tengo en la memoria los grandes momentos que nos han regalado Chelsea y Barsa en la historia reciente de la competición. Batallas épicas entre dos equipos con conceptos antagónicos; mientras que los londinenses, con Mourinho en su banquillo, hacían apología del fútbol más físico y contragolpeador que recuerdo; el Barcelona, fiel a su idiosincrasia -exaltada más si cabe desde la llegada de Rijkaard y la continuación mejorada de Pep - les buscaban las cosquillas desde la conservación infinita del balón.
Ronaldinho primero, e Iniesta después, dejaron su nombre grabado en oro en Stamford Bridge y cerraron las puertas a un equipo que cada vez que quedaba apeado pensaba haber perdido la última oportunidad de sus vidas. Pues bien, el Chelsea llama nuevamente a las puertas de una final europea, pero esta vez, al contrario que las anteriores, desde una inferioridad manifiesta.
Y es que, a pesar de la llegada de savia nueva como Mata o Torres, el equipo es más débil que hace años. Las botas de Drogba, Lampard, Essien, Terry o Malouda caminaban más ligeras antaño en aquellos contragolpes de vértigo que mis ojos nunca han vuelto a ver. Y sufrirán, y mucho, ante el arte culé de mover la pelota de forma embelesadora.
Los de Guardiola, criados en la némesis del fútbol de contragolpe, reservan sus mejores galas para citas como esta. Por ello los considero netamente favoritos, pese a la fuerza y la competitividad de un equipo cuya historia y fútbol reciente no debe llevarnos a engaño. El Chelsea es un buen equipo, perdón, un gran equipo, pero está muy lejos de aquella apisonadora que construyó Mourinho no hace mucho.

3 de abril de 2012

BARCELONA-MILAN (3-1): GLORIA SIN BRILLO

Vuelta de Cuartos de Champions; ambiente de gala en un Cam Nou acostumbrado a las grandes noches; rival de renombre; eliminatoria abierta (empate sin goles en la ida de San Siro); y 90 minutos de emoción y fútbol, sólo fútbol, por delante. Las expectativas eran altísimas, quizá exageradas.
¿Qué falló? Puede que los azulgrana nos hallan malacostumbrado frecuentemente e las noches de smoking y fútbol de salón, o que el nombre del Milan nos reporte a aquellos majestuosos equipos de Arrigo Sacchi o al más reciente Milan de Pirlo, Sheva, Kaká y compañía. También ver a Seedorf en el once  anima a cualquiera, o la sed de venganza de Ibra… Pero nada más lejos de la realidad: este Milan es una versión infinitamente menor, y su fútbol llega hasta dónde llega, muy lejos de un Barcelona que pareció no pisar a fondo el acelerador.
Sólo lo hizo al comienzo del partido, queriendo dejar las cosas claras a los italianos y evitando cualquier lugar al azar, tan del lado habitualmente de los italianos. Por ello, el primer cuarto de hora azulgrana fue tremendamente vivo y exigente, demasiado para un grupo de treintañeros como el italiano, que vio como era incapaz de contener el caudal de fútbol ofensivo que llegaba de las botas de Xavi, Messi, Cesc y compañía. Con dos extremos (Alves y Cuenca) fijando los más de 60 metros de anchura del césped; y con el remolino habitual de jugones por dentro, el mediocampo rossoneri sucumbía, con la lengua fuera, al fútbol culé.
Además, con posesión de balón se mostraban igual de romos y lentos de reflejos que defensivamente. Como demostró Mèxes en un error impropio de central milanista; dudó en la salida de balón, cediendo ante el empuje y velocidad de Messi, y la consecuencia final de semejante yerro fue, tras un cúmulo de rechaces, el inocente penalti de Antonini sobre el rosarino. Primer gol y una sensación de superioridad abrumadora por parte de los de Guardiola.
Con el gol llegó cierta relajación, una sensación de deberes hechos y cierto acomodo local que benefició al conjunto de Allegri. Un equipo con una calidad incuestionable en posiciones delanteras, especialmente en las botas de Ibrahimovic y Robinho, quiénes conectaron en una de esas jugadas esporádicas que a veces rezuman, encontrando en zona de finalización a Nocerino, quuién batió en el mano a mano a Valdés.
Ese empate a goles clasificaba al Milan, pero su propio demérito volvió a agitar al Barcelona, que además se encontró con un nuevo penalti. Nesta, el otrora mejor central del mundo –muy lejos hoy de aquellos días-, dio motivos más que suficientes para la señalización del mismo. De nuevo Messi se hizo cargo de su ejecución, esta vez al lado contrario, y el 2-1 subía al marcador, con el que se llegaría al descanso.
En la reanudación apenas cambió el panorama. Iniesta, tras rechazo a tiro de Messi, puso el tercero de forma brillante en el marcador: un ‘unodos’ control-tiro, izquierda para orientar y derecha para definir, puro Iniesta… Pura magia, y sin eliminatoria.
El devenir de partido fue un consumo insulso de minutos hasta llegar al 90. El Barcelona relajado, ya con el frac en el armario para mejores citas, y con un Milan haciendo un ejercicio asombroso de depredación futbolística; con Ambrosini como eje, dónde hace no mucho Pirlo aleccionaba al mundo; y sin ideas más allá de desplazamientos en largo hacía la figura de Ibra. Demasiado poco como para asustar a los de Guardiola.
Así, el Barcelona alcanzaba de nuevo sus quintas semis de Champions definitivas, de nuevo la gloria para el Pep Team… Pero esta vez llegaba sin el brillo habitual, atenuado por el fútbol gris de un Milan venido a menos. Una pena, pero es sólo un fiel reflejo del panorama futbolístico europeo.