26 de noviembre de 2012

DON ÁLVARO RUBIO

Jugador talentoso, sutil, toque de seda y visión periférica. Pero futbolista tardío. Llanero solitario, en un mundo de músculo y ladrillo, en sus inicios; y penitente, hasta la fecha, de ser un  tipo perfectamente normal en una profesión que premia la estridencia. Álvaro Rubio, portador del número 18 blanquivioleta desde la temporada 2006, no se hace llamar ‘AR18’, ni actualiza su tablón de facebook con fotos de sus tatoos, tampoco detalla sus estados de ánimos por twitter, habla poco en los micros, y mucho en el campo. Y eso no vende.
Si me aventurase a pensar en su día a día, me imagino a un tipo de vida ordenada y familiar. Gran profesional; sabedor de que su longevidad futbolística se estira como un chicle en cada detalle diario. Esa atención minuciosa y amor por su profesión le siguen haciendo crecer aún a sus 33 largos años, con la inteligencia de quién sabe seleccionar las mejores enseñanzas.
En los dos últimos años acude a clase de un profesor llamado Miroslav Djukic; se tratan asignaturas divertidas, de manejo y posesiones largas de balón; y de compromiso con el equipo como pilar fundamental en el que sustentar el curso –la temporada-. El riojano es el primero de la clase. La prolongación del técnico en el campo. El líder natural del grupo.
Pero a pesar de los pesares, y de su intachable rendimiento en cada trimestre escolar, Álvaro Rubio no escapa de los vetustos y mezquinos clichés que inundan nuestro fútbol; como la idea de que enviar un balón hacia atrás es un atraso –valga la redundancia-. Cuando yo creo que el atraso para la inteligencia son todos aquellos que ayer, como cada domingo, pitaron los pases sin riesgo del ‘18’ pucelano con el sólido de argumento de “paaa alaaaante Alvaro paaaa laaaante”, o el “este chico sólo sabe jugar pa’ atrás”. En esos momentos de murmullo y ruido ambiente, suelo mirar a Djukic y su reconfortante aplauso, y sólo se me ocurre exclamar: DON ÁLVARO RUBIO. Él, sigue jugando.

8 de noviembre de 2012

CELTIC GLASGOW-F.C. BARCELONA (2-1): EL ¿MILAGRO? DEL FÚTBOL ARCAICO

Los jugadores del Celtic celebrando el primer gol del partido

No por repetido deja de ser sorprendente; ahora bien, sí por repetido debemos retirar el calificativo de milagroso a lo vivido ayer en Celtic Park. Y eso que los católicos del Celtic seguramente le rezaran a más de una virgen en la víspera al partido, tratando de compensar con inspiración divina el enorme trecho futbolístico que les separa del Barcelona. El 2-1 final y el transcurso de los 90 minutos puede reforzar la fe de muchos y convertir a otros pocos, pero no debemos olvidar que el Barcelona, ya fuera en la era Pep o ahora en la de Vilanova, ha sufrido derrotas similares y desquiciantes tanto o más que la de ayer, sobre todo por su mayor importancia y envergadura; como bien pudieran ser la de Chelsea e Inter en temporadas pasadas…
Pero sin ir más lejos, hace sólo 15 días los barcelonistas ya chocaron contra la muralla levantada por Neil Lennon en el Nou Camp. Entonces sólo un último arrebato en los estertores del partido evitó el empate final. Aquel día el talento se acabó imponiendo al hormigón: muro derribado.
Lo de ayer, a excepción hecha del sobrecogedor ambiente que se vivía en las gradas de Celtic Park, fue una calcomanía, un deja vu en un escenario distinto. Así, entre sentidos cánticos del “you´ll never walk”  y otras emblemáticas canciones, el Barcelona aculaba a los verdiblancos hacía la portería candada por un colosal Forster. Esa fotografía de partido fue el partido en sí: 93 minutos de agonía local y visitante. Manejo blaugrana y repliegue verdiblanco. Mimos al balón de los visitantes y violentas envestidas locales. Un equipo, el de Neil Lennon, que demostró haber estudiado perfectamente el juego de los de Vilanova, cediéndoles el balón, su campo, las bandas…, todo; absolutamente todo, a excepción de su portería. Y conocedores de que su único camino a la gloria era un sendero estrecho en forma de córner. Su afición -¡qué maravilla!- lo sabía y jaleó el primero, premonición de lo inevitable; una bestia parda llamada Wanyama envistió a un corderito llamado Alba y proyectó el balón a la red. Corría el minuto 20 de partido.
El resto fue remar y remar; jugar y jugar; chocar y chocar. Tratando de derribar el enorme muro escocés. El partido se jugó ahí, en el puñado de metros cuadrados que cercaban la portería de Forster. En esos espacios reducidos los Iniesta, Messi, Pedro, Alexis y Xavi –enorme en la dirección- trataban de dibujar jugadas imposibles, buscando ángulos y paredes de dibujos animados y, en la mayoría de las veces, ahogándose y desesperándose por tanto tuya-mía sin recompensa. Alba y Alves, cada uno por su banda, oxigenaban al equipo ante el beneplácito de los escoceses, que les dejaban recibir, conscientes de su superioridad ante posibles centros al área.
El resto fueron paradas inverosímiles de Forster, palos aliados con los locales, jugadas interminables, alguna patada que otra, y tímidos contragolpes de los celts. Como el que derivó en el segundo gol: saque del portero, fallo en el despeje de Xavi, despiste de Mascherano en la marca y gol de Watt. Simpleza una vez más. Fútbol primitivo.
Ya sólo dio tiempo a que Messi homenajease a su retoño, y a que la afición escocesa explotase de júbilo ante lo que ellos pueden catalogar como un resultado milagroso: 23 tiros a puerta contra 4; Más de 80% de posesión mimada y cuidada, frente a un 20% de patadones y despejes a ningún lugar. Datos irrebatibles que, sin embargo, se tradujeron en una victoria por 2-1 de quiénes menos propusieron. Algo ya vivido por el Barcelona en citas pasadas, y que se le vuelve a repetir como una pesadilla en noches como la de ayer; en la que el fútbol arcaico venció al talento.



Los Celtic supporters celebrando el 125 aniversario de su club

6 de noviembre de 2012

BORUSSIA DORTMUND: RIQUEZA OFENSIVA

De Jürgen Klopp, neurótico y excéntrico entrenador borüsser  y estrella mediática en Alemania, se dicen muchas cosas. Pero ninguna es tan cierta, por contrastada cada domingo, como su buen gusto e idea de fútbol ofensivo y de asociación. Influenciado por el Barcelona de Guardiola, de quién se confesa un ferviente admirador, Klopp ha sabido diseñar un equipo elegante y batallador a partes iguales; que mezcla a las mil maravillas el clásico carácter alemán, con la juventud de sus jugadores y la idiosincrasia actual del fútbol teutón. El resultado de tales ingredientes no puede ser otro que el de un equipo explosivo, generoso en el esfuerzo, sobrado de talento y… llamado a doctorarse en una gran cita europea.  
Hoy en el Bernabeu pueden dejar más que encaminada su clasificación a octavos de final. El problema, y el gran reto al mismo tiempo, es volver a ganar al Madrid como ya hicieran hace 15 días en Dortmund, pero esta vez a domicilio. De producirse  podría suponer el espaldarazo definitivo para considerar a este Borussia como un aspirante a todo en Europa.
Analizamos, por líneas, al actual campeón de la Bundesliga:
DEFENSA: AMPLITUD Y PROFUNDIDAD
-          2 centrales que amplían: Subotic y Hummels son el prototipo perfecto de central moderno: altos y de buen manejo de balón. Ellos suponen el primer eslabón en la creación de juego. Su capacidad de mover el esférico horizontalmente entre ellos con seguridad y velocidad de izquierda (Hummels) a derecha (Subotic), supone una garantía para la autogeneración de movimiento en líneas avanzadas. Tratan de provocar las primeras grietas en la basculación defensiva rival, y se aprovechan de ello filtrando balones con seguridad.
Además mezclan bien; Subotic bate líneas con predominancia  del desplazamiento largo; mientras que Hummels rasea más el balón y es más hábil subiendo en conducción.  
En posesión propia permanecen muy abiertos, dando una amplitud que; 1º, genera carriles interiores para extremos;y 2º, obliga a los laterales a incorporarse a posición de extremos.

-          2 laterales que profundizan: Schmelzer (izquierda) y Pisczeck (derecha) son los auténticos dueños de las bandas borussers. La amplitud de los centrales les obliga a incorporarse a posición casi de extremos. Desde allí son jugadores capacitados físicamente para el retorno en caso de recuperación rival; dotados de técnica y capacidad de asociación para el ataque en estático; y poseedores de capacidad de desborde en el uno contra uno y en el contragolpe. Además son jugadores que lo hacen fácil, sin grandes estridencias son capaces siempre de encontrar la opción más fácil.
MEDIOCAMPO: 2 MEDIOS CON FUNCIÓN ANCLA
El caudal ofensivo y atrevimiento de este equipo les lleva también a exponer demasiado al rival. Tal y como decía el técnico brasileño Tim: “el fútbol es como una manta corta: si te tapas los pies, te descubres la cabeza; y si te tapas la cabeza, te descubres los pies”. Pues bien, los medios o pivotes de este equipo son los que siempre tiran de la manta hacía abajo tratando de evitar cualquier resfriado para los suyos.
Uno de los dos pivotes debe hacer la cobertura siempre a centrales o laterales. Especialmente a estos últimos cuando suben en paralelo, quedando atrás los dos centrales y uno de los medios. (En el gol de Cristiano en el Westfalen quién hace la cobertura a Pisczeck es Bender).
Klopp tiene cierto margen de maniobra en función de lo que quiera para los suyos, y puede dotar de más o menos hormigón; o de más o menos talento.
-          DOBLE PIVOTE DEFENSIVO: Kehl y Bender. Siendo este último el más capacitado para acudir a los espacios, mientras que Kehl guarda mucho más la posición.
-          DOBLE PIVOTE MIXTO: Kehl o Bender y Gundogan. El turco-alemán es un jugador mucho más capaz en la creación y de más imaginación y fantasía. Más necesario en ataques estáticos y menos eficaz en partidos a ida y vuelta.
MEDIAPUNTA Y EXTREMOS: LA REVOLUCIÓN AMARILLA
La tercera línea del Borussia, antesala al gol, es brutal. Con un mediapunta (Reus) y dos extremos (Groskreutz y Götze) que aparecen por todos lados. Su dinamismo es la clave de la circulación eléctrica y fluida de los amarillos,
Su posición de partida es mera anécdota en el transcurso del partido. Porque bien pueden generar los tres superioridades esporádicas en una banda, o bien aparecer al galope por el medio. Dotados de una verticalidad y capacidad para el desequilibrio brillante, además son jugadores de calidad capaces de dar el último pase. Sobre todo esto último Götze y Reus, mientras que Groskreutz es un trotón capaz de devorar kilómetros y trabajar hasta la extenuación.
DELANTERO: LA PAUSA NECESARIA
El Borussia tiene en Lewandowski a una de sus piezas más codiciadas, y sin duda al jugador perfecto para su estilo de juego. Delantero también de gran movilidad y dinamismo, posee una cualidad extraordinaria y beneficiosa para todos: la PAUSA. Con el balón en los pies es capaz de detener el vértigo permanente de los teutones, de pensar y de buscar la mejor opción.
Además se trata de un delantero con capacidad para finalizar jugadas y de dominar en el juego aéreo. De similares características a otros grandes delanteros como Ibrahimovic o parecido a lo que en su día hacía Kluivert en el Barcelona.


31 de octubre de 2012

LEO MESSI Y BATALLITAS DE “CHUPONES”

Jugar en el equipo del colegio facilitaba situaciones impensables en clubs de barrio. Para empezar, la convivencia con mis compañeros de equipo era prácticamente continua, el día a día escolar aglutinaba horas de clase, de recreos, de excursiones, de gimnasia, de peleas, de risas, de llantos…, y de entrenamientos. Desde pequeños, a la edad de siete y ocho años, compartíamos equipo de fútbol federado. Pero ya nos conocíamos de mucho antes, casi antes de saber hablar ya éramos compañeros, casi antes de saber hablar ya dábamos patadas, y casi antes de saber hablar organizábamos (quién sabe cómo) nuestros juegos –minientrenamientos- en las horas libres de recreo y comedor.
Éramos autosuficientes, uno llevaba el balón y todo el mundo repentinamente quería ser su amigo. Era ésta una conducta típica, inherente a cada niño. Ser amigo de quién ponía el balón te garantizaba jugar, y ese era un premio innegociable. Nos importaba un bledo el resto, cada día nos despertábamos para ir al cole con la ilusión de vivir este momento, y nadie ni nada nos lo truncaría…
Volvemos a dónde estábamos. Tenemos ya al del balón, ese jugaba sí o sí. Era el amo de todos nosotros, si él se enfadaba se acababa la fiesta. Luego se daba una situación de tensión colectiva: el momento de la selección de los equipos. “Piedra, papel o tijera”, atinaban a decir dos chicos elegidos vox populi. Solía darse la coincidencia de que fueran los dos mejores, y debían conformar un equipo campeón. Algo muy parecido a las convocatorias de Del Bosque, pero en modo grotesco, pues de fondo se oían comentarios de todo tipo pero, por encima de todos, uno: “ese no que es un CHUPÓN”. Probablemente se trataba de una de las primeras palabras que aquellos renacuajos incorporábamos a nuestro lenguaje. No recuerdo el orden, pero “mama”, “papa”, “balón” y “chupón”, eso seguro.
Jugábamos muchos contra muchos, en campos impracticables nacidos de la improvisación, y con porterías marcadas en el suelo con pedruscos, basura o ropa. Crear el campo de juego nos llevaba mucho menos tiempo que la selección de jugadores, que prácticamente copaba veinte de los veinticinco minutos que teníamos para explayarnos. Por lo que sólo restaban cinco de juego real. De esos cinco intensos minutos, durante cuatro el esférico era domado por el CHUPÓN. Y el quinto minuto no existía porque el dueño del balón (recuerden, el amo) se rebotaba y marchaba a montar su fiesta a otra parte.
La película acababa mal día tras día. Todos rebotados con todos, atrincherándonos en nuestra sinrazón y con un objetivo común al que reprocharle su superioridad: al CHUPÓN. Irremediablemente era el blanco de nuestras iras, por privarnos de disfrutar nuestro mayor momento de felicidad del colegio. Aunque al día siguiente volveríamos con la misma ilusión a juntarnos al dueño del balón, a lapidar nuestro recreo en una selección terriblemente anárquica de lo equipos, y a fabricar un nuevo campo dónde jugar.
Sólo los entrenamientos con el equipo, en el que coincidía con muchos de los niños del recreo –entre ellos el chupón-, superaban el nivel de excitación y felicidad de los recreos. Por una sola razón: el entrenador acotaba la libertad del chupón. Diseñaba ejercicios para que la pelota fuese compartida, e instaba al susodicho a pasar a los compañeros. Todos sabíamos que, a la mañana siguiente, el recreo nos devolvería la cruda realidad. Pero no menos cierto es que la conducta de aquel niño con tendencia marginal junto al balón iba encauzándose. La doctrina de nuestro entrenador acabó amoldando su fútbol a los intereses colectivos, y todos nos beneficiamos de ello, tanto en el día a día como en los partidos de Liga. Con el paso de los años, ese “ser odiado” se había convertido en un “ser amado” por todos, pues su desequilibrio era puesto al servicio del grupo, y su fin último a la hora de driblar contrarios era soltar la pelota en la mayor de las ventajas posibles para el compañero. Una Bendición para cualquier equipo.
Hace un par de días, recién recibido el galardón de la Bota de oro, Leo Messi trataba de callar a las críticas que le acusan de individualista: “no soy un chupón”. Fue entonces cuando recordé aquellas batallitas de la infancia, y me imaginaba un colegio de Rosario dónde Leo, menudo y ligero, driblaba sin parar cuántos contrarios salían a su paso. Y se convertía, a buen seguro, en el objeto de ira de sus compañeros, a quiénes privaba de balón, porque sólo había uno y él lo quería más que nadie.

30 de octubre de 2012

GRANDES DESAPERCIBIDOS (I): REAL MADRID CASTILLA 2006/07

Once del Real Madrid Castilla. Temporada 2006/07

“Negredo, Mata, De la Red, Borja Valero o Granero, que era un díscolo…Todos, cuando me los encuentro, me recuerdan aquella época. Hasta entonces casi no habían jugado. Conmigo fueron titulares indiscutibles. Adelantamos su progresión porque en un filial lo importante no es la clasificación, en mi opinión, sino la formación de jugadores para el primer equipo”.
Míchel explica así lo que para él es un filial. Concretamente expone el caso del Madrid Castilla que dirigió durante la temporada del descenso a 2ªB. Corría la temporada 2006/2007, y cayeron en manos del neófito entrenador una hornada de jugadores talentosos y de futuro envidiable, que compartían las mismas virtudes que defectos: una abrumadora juventud y una inexperiencia tan halagüeña como peligrosa en una categoría de máxima competitividad como la Segunda División.
En muchos casos se trataban de chicos recién ascendidos del Juvenil División de Honor, quiénes de la noche a la mañana pasaron de jugar en campos anexos y ciudades deportivas a hacerlo ante miles de espectadores en estadios como La Rosaleda, El Nuevo Zorrilla o El Molinón. Se juntó en un solo equipo, al gusto de Míchel,  lo más selecto  de las promociones del 89 (Dani Parejo), 88 (Juanín Mata, Alberto Bueno o Adrián González), 87 (Javi García, Esteban Granero, José y Juanmi Callejón o Antonio Adán), 86 (Sergio Sánchez, Miguel Torres, Marcos Tébar o Kiko Casilla), 85 (Rubén de la Red o Borja Valero), 84 (Álvaro Negredo o Miguel Palencia), 83 (Santacruz) y 82 (Jordi Codina).  
Pronto se establecieron los símiles con la ‘Quinta del Buitre’, acentuados más si cabe con la presencia de Míchel como profesor de sus sucesores. Pensar en su rendimiento como entrenador también suponía un ejercicio de imaginación, pues todo cuánto sabíamos de él desde su retirada eran un puñado (grande, pero un puñado) de comentarios en TVE, y otros medios de comunicación, sobre el juego. Muy distinto al día a día, al entrenamiento, al manejo de grupos… Pero desde la directiva blanca se pensó que Míchel tenía la ciencia suficiente para poder abordar la misión, y sí conseguía transfundir a sus pupilos sólo un poco del madridismo que corre por sus venas ya habrían acertado con la elección.
Real Madrid Castilla de la Quinta del Buitre. Temporada 83/84
Todo sonaba tremendamente romántico. Imagino las charlas en el flamante recinto de Valdebebas, hablándoles de historias y hazañas de la ‘Quinta del Buitre’, o de los antiguos entrenamientos en los Campos de la Chopera en el Retiro, o de los valores de la camiseta blanca… Sin duda Míchel era el hombre respuesta a las muchas inquietudes y preguntas de los jóvenes jugadores madridistas. Éstos, recién salidos de la adolescencia, debían dar el último y más grande paso hacía el profesionalismo, desde una competición 100% profesional como la Segunda División española.
Los malos resultados de aquel equipo llegaron, como no podía ser de otra manera, y fue entonces cuando se abrieron nuevos debates sobre los filiales: ¿se debe anteponer la formación a la competición?, ¿merece la pena sacrificar talentos en pos de una mejor clasificación?, ¿no resulta contraproducente quemar etapas prematuramente? Arriba del todo tienen la respuesta de Míchel a todas las preguntas planteadas. Y sólo desde ese punto de vista se puede comprender positivamente la campaña de aquel Madrid Castilla. Un equipo que fracasó en su clasificación, descendiendo a causa de su inmadurez y muy a pesar de tener un talento superior a todos sus rivales de aquella temporada. Pero también un equipo que perdurará en la memoria por ser uno de los mayores generadores y exportadores de jugadores de élite (y hablamos de internacionales y jugadores  de grandes equipos de Europa) que conocemos en el panorama fútbol. Un caso contradictorio que nos pone a Míchel en la picota: ¿fracasó al descender un grupo de talento incalculable, o triunfó formando jugadores de carreras exitosas?

OTROS DATOS DE AQUEL CASTILLA 2006/07:

Mata y Negredo celebran un gol

-          Clasificó 19º. Sólo superando a Ponferradina, Lorca y Vecindario.
-          Logró 49 puntos (13 victorias, 10 empates, 19 derrotas).
-          Fue un equipo de extremos: 55 goles a favor (4º máximo goleador) y 67 en contra (2º más goleado).
-          Negredo acabó pichichi de aquel equipo con 18 dianas. Mientras que Mata anotó 10.
-          El Real Valladolid de Mendilíbar acabó campeón con 88 puntos, y le acompañaron a Primera Almería y Real Murcia.
-          Ese mismo año, el filial del FC Barcelona descendería de 2ªB a 3ª División, desde dónde le cogería Guardiola en la 2007/08.



23 de octubre de 2012

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Tito Vilanova aterrizó sin demasiado ruido en el complicado banquillo culé. Ayudado por la discreción y elegancia desprendidas de la despedida de Guardiola, la transición de escudero a comandante fue tranquila y armoniosa para el bueno de Tito. Su rostro ajado  y una expresión permanentemente reservada era lo poco que conocíamos el público general sobre el nuevo entrenador del Fútbol Club Barcelona. Apenas le habíamos oído hablar, y pocas veces actuar (más allá de un tobón merecido a Mourinho). Siempre a la sombra de Pep, su padrino. Jamás había dado un paso adelante, mucho más inexperto en ruedas de prensa que, por ejemplo, su homólogo en el banquillo contrario, Aitor Karanka. Su carrera como futbolista tampoco le había llegado para doctorarse ante los medios, ni a tolerar momentos de presión en banquillos tan complicados como el culé.
Estábamos ante algo novedoso, inquietantemente nuevo, un neófito a las órdenes del banquillo más laureado de los últimos tiempos. Es entonces cuando llegan las dudas, cuestiones sin respuestas: ¿Cuál era su idea?, ¿qué fútbol nos mostraría?, ¿sería capaz de renovar la tímida caída del maravilloso juego de posesión blaugrana?, ¿estábamos ante otro filósofo a los ojos de Ibra?, ¿o bien ante un falso modesto?... En otras palabras, la duda estribaba en la línea que mostraría a su llegada: continuista o diferente a lo establecido en los años de hegemonía guardiolesca.
La lógica invitaba a pensar que Tito y Pep habían sido uno en su periplo de comandancia de la nave culé. El primero al servicio del segundo, pero ambos perfectamente imbricados a una idea de juego tremendamente romántica e idealista: de la conservación infinita del balón a la agresividad tras pérdida y presión adelantada de sus hombres.
Un concepto de juego único, pero renovado continuamente. Reciclando jugadores para la causa, inventando términos y posiciones desconocidas hasta la fecha. Sin darnos cuenta hablábamos en el idioma futbol sistemáticamente de  conceptos como “falso nueve”, o comenzamos a entender de la importancia del juego de pie de un portero como Valdés, más cerebro que portero en el sistema Barsa. Se trataba de cambiar de examen semanalmente a cada entrenador rival; para que cuando conocieran las respuestas, las preguntas de Guardiola fuesen otras. El profesor odiado.
Y siempre junto a Tito, él tuvo que ser partícipe de una u otra manera de las convicciones futbolísticas que plasmó Pep en su equipo. Desde sus inicios, pasando por la maravillosa y dulce evolución del juego, hasta la tímida decadencia plasmada en la última temporada de Pep, en la que se perdió una Liga y una Champions (huelga decir que se ganó todo lo demás). Pero, ¿hasta dónde llegaban las ideas de uno y otro?, ¿se pisaban unas a otras?, ¿qué crédito le podía conferir Guardiola a su segundo? Respuestas inescrutables hasta la fecha. Ahora, Vilanova con camino libre por delante, ya nos muestra las tan preciadas respuestas.
Así, a grandes rasgos se podría  establecer la gran diferencia del juego del Barcelona de Pep y de Tito en lo que Bielsa entiende como las cuatro premisas fundamentales del fútbol: “cómo pasar de la defensa al ataque y del ataque a la defensa”. Premisas modificadas notablemente por un Vilanova que concibe el fútbol de una forma más industrial en ataque, de mayor vértigo y verticalidad; y más reservada en defensa, con el repliegue como arma de contención.
Esas son, la verticalidad y el repliegue, los nuevos argumentos al concepto de juego culé, que sigue siendo inherente a su idiosincrasia (la posesión no se negocia), pero que le confiere otra dimensión; las respuestas a las preguntas que todos nos hacíamos al inicio de temporada; y las nuevas preguntas que plantea Vilanova a todos los técnicos y equipos que se enfrentan al Fútbol Club Barcelona. Han cambiado al profe.

8 de octubre de 2012

BARCELONA-MADRID (2-2): LA EVOLUCIÓN AL FÚTBOL COMERCIAL

El día en que Messi hace dos y Cristiano le responde con otro par (o viceversa), resulta complicado iniciar una crónica evitando pronunciar a estos dos monstruos. Aún así lo trataremos de hacer. Perdónenme los ególatras, pero el clásico de ayer, además de emoción y un ritmo trepidante, arroja matices más allá de las individualidades. El tempo del juego, los intercambios de golpes, la alternancia de dominio, los riesgos defensivos, las posesiones… Todo fue radicalmente distinto a lo vivido en la era Guardiola-Mou, y por ello gustó. Al menos en mi caso.
Podemos hablar de equipos en fase de crecimiento, de comienzos de temporada, pero nunca de falta de identidad. El Barcelona de Tito sabe a lo que juega, mientras que el Madrid es el mismo que hace un año –nadie nuevo en el once de ayer-. Estas dos grandes afirmaciones nos confirmaron también un gran espectáculo: ni el Barcelona controla los partidos ni este Madrid está creado para hacerlo, el resultado de ello es un Clásico jugado desde el vértigo, de área a área, sin freno.
Antaño, cuando los blancos agobiaban la salida blaugrana, Guardiola amarraba desde las posesiones infinitas. Secuestro de balón por parte de los Xavi, Busquets o Iniesta y a otra cosa mariposa. A cansar al toro, y a preparar la estocada en otro momento. Si no se puede matar  se contiene el asedio, con el balón como arma, y con la pausa como norma (ley made in Guardiola). Hasta la fecha, Pep había domado al Madrid del mismo modo que Ángel Cristo vacilaba a las fieras. Hasta el punto de perder la percepción de peligro, y con ella la emoción.
Todo ha cambiado. La señal nos la manda Valdés a base de pelotazos, y los centrales (enorme e imprescindible Mascherano para este renovado concepto futbolístico del Barsa) contribuyen a difundir y globalizar el mensaje: el Barcelona no quiere monopolizar el balón desde atrás.
El Madrid, mientras tanto, regala 30 minutos iniciales de intensidad, orden y ambición. Sin duda demuestran un mayor cuajo que su rival, que trata de asimilar el cambio de escenario futbolístico. A pesar de ello, los blancos rehúyen la invitación a dominar el partido. Su premisa es otra, y la identidad construida por Mourinho en estos años no entiende de largas posesiones ni de dominios etéreos. Jugar para hacer daño.
De área a área, exponiendo más que en épocas recientes, y batallando balones divididos y segundas jugadas. El partido es de un ritmo y una intensidad brutal. Electrizante y emocionante pese a la ausencia de ocasiones claras (un remate errado de Benzema y un cabezazo de Ramos que se pierde cerca del palo izquierdo de Valdés son las llegadas más peligrosas de la primera parte). Hasta la llegada de los goles; el primero es un clásico del Madrid, con Benzema –delantero con alma de mediocentro- iluminando el área rival y asistiendo a un Ronaldo perfecto en la definición al palo corto de Valdés. Entre medias, el propio ‘9’ madridista yerra un balón al palo… Fallo en área contraria, que sumado al fallo escandaloso de Pepe en su propio área, nos dirige al empate a uno de Messi.
La segunda mitad cambia ligeramente. El Barcelona se suelta más, y aunque evita dominar desde atrás, sí que lo empieza a hacer en mediocampo, hasta donde llega Iniesta para tratar de monopolizar el balón. Las asociaciones rápidas e incisivas de Iniesta, Busquets, Xavi y Messi nos regalan una versión mejorada de los culés. El Madrid comienza a desgastarse de verdad, Khedira hace gala de su condición de maratoniano, y Alonso arriesga su pellejo continuamente. Una falta suya, precisamente, nos regala un gol de colección de Leo Messi; zurdazo con rosca que evita el vuelo de Casillas. 2-1, y una Liga a un abismo para el Madrid.
Pero Cristiano, febril, enciende de nuevo un Camp Nou idiotizado; más pendiente de proclamas políticas que del espectáculo futbolístico. Quizá no muchos vieron el pase al hueco de Özil y la definición sencilla del portugués. Empate a dos y minutos de incertidumbre por delante.
Una incertidumbre despejada por el mayor hambre culé, que en eso parece haber cambiado poco del Barcelona guardiolesco. Los últimos instantes de Clásico transcurren cerca del área de Casillas, embotellando a los madridistas, que achican balones sin parar. Las conexiones de los blaugranas cerca de zona de remate son eléctricas, como la que origina el derechazo de Montoya al larguero. El descuento permite disfrutar a Pedro de una galopada que demuestra su extraordinario tono físico, y que acaba en un zurdazo que se marcha fuera. No hay tiempo para más: empate a dos justo.
Pero las conclusiones deben ir mucho más allá del resultado o de la justicia de los 90 minutos, pues podemos vislumbrar desde ya un cambio respecto a recientes temporadas. La velocidad y el vértigo del fútbol culé nos invitan a pensar que su estilo ha tornado hacía un fútbol más comercial, pero también menos romántico que el practicado en la era Guardiola.

2 de julio de 2012

LA ESPAÑA HEGEMÓNICA

Implacable. Imposible de abordar ni tan siquiera por una Italia que había brillado con luz propia durante todo el Torneo; la squadra de los Buffon, De Rossi, Pirlo, Cassano, Balotelli…, y el buen gusto de Prandelli. Insuficiente ante el talento y voracidad de una España autoritaria. Cuatro golazos y un dominio, por momentos abrumador, que nos confirman a uno de los grandes equipos de la historia del fútbol, ensimismado ayer en regalarnos una de sus versiones más operísticas. Música primorosa sobre el Olímpico de Kiev.
Un equipo, el de Del Bosque, que llegó ayer al summun en una Eurocopa de menos a más. Criticado por embriagar de especulación el indudable talento durante buena parte del campeonato, y cerca de la eliminación en un cabezazo de Rakitic y una ronda infartante de penaltis ante Portugal: soplos del destino que siempre empujan a los equipos campeones. A los que ganan, a nosotros.
Ayer también hubo cabida para la diosa fortuna, siempre de nuestro lado, que privó a los italianos de jugar con once jugadores los últimos 35 minutos de Final, merced a la lesión de Thiago Motta. Pero antes de ese momento ya habían sucedido muchas cosas, y pocas achacables a la SUERTE y sí al BUEN FÚTBOL, de categoría, del que se recuerda a lo largo del tiempo. Porque si por algo se caracterizó esta FINAL es por citar a dos auténticos equipazos cara a cara, frente a frente, y con un sólo balón de por medio –para desgracia de ambos-.
Pronto, tras el pitido inicial, ya se empiezan a ver las intenciones de unos y otros –idéntica-: protagonizar el juego a través del balón; atacar y defender siempre con posesión. Posesiones infinitas cada vez que los rojos o los azules agarran el cuero, indistintamente. Misma predisposición a atacar. Pero como sucede cuando dos equipos proponen lo mismo, el fútbol premia el talento, y en este caso a España le pesan más los quilates. Con la brújula en sus botas, Xavi Hernández –muy ausente hasta la cita de ayer- comienza a trazar inicios de jugadas prometedoras; mucho más verticales y agresivas que en los cinco partidos previos de competición. El resultado de ese tiki-taka rítmico, veloz e incisivo se traduce en el golazo de David Silva, de auténtico ‘9’, asistido por un formidable y profundo Cesc que dibujó a Iniesta, con su desmarque, un hueco que sólo los genios ven. El primer gol es una obra de arte.
No obstante espoleó a una Italia orgullosa y campeona. Olvidados del catenaccio que tantas veces condujo a los azzurri al éxito, es Pirlo quién guía ahora un intento de remontada muy loable, tratando de birlar el balón a quién más lo cuida: España. Esa actitud nos regala bonitas instantáneas, como la de ver a Pirlo bajar a recibir a área propia, con Xavi Hernández –herido por las críticas previas- a su estela.
En esta dinámica llegan las mejores ocasiones de la Final para los transalpinos, con Cassano de protagonista y algún tiro lejano tratando de inquietar a un Casillas cada vez más legendario. Pero una vez más, con la solvencia que rezuman los campeones, España da un nuevo golpe sobre la mesa. La jugada es un instante: Jordi Alba sube a su moto. Autopista hasta el gol sin semáforos. Xavi Hernández sirve de lanzadera: sublime en el tempo y la tensión del pase. Italia paga el peaje. Mazazo antes del descanso, y broche a una Eurocopa fabulosa de Jordi Alba. Los italianos se miran, incapaces de hallar una respuesta a lo que está aconteciendo en la noche cerrada de Kiev.
Prandelli cambia de cromos en vistas a la segunda parte. Cassano fuera; Di Natale dentro. De él vienen, precisamente, las jugadas más inquietantes para los intereses españoles.  Pero todo se oscurece para los italianos cuando los isquiotibiales de Motta –que acababa de ingresar- explosionan ante la presión del partido. Italia con diez, y dos goles abajo en el marcador.  Un escenario infernal: 30 minutos de dolor para una selección italiana que no merece lo que se le viene encima.
Con la Final ya decantada, España sigue enfurecida sin permitir respirar a una Italia que es incapaz de salir de su área. Los dos goles, lejos de ser pura anécdota, coronan a Torres como pichichi del Torneo, anotando un pase de Don Xavi Hernández, y asistiendo en otro al recién ingresado Mata (5 minutos y un gol en la Euro 2012, máxima rentabilidad).
España es nuevamente campeona Europa, y completa el ciclo Eurocopa-Mundial-Eurocopa, entrando en la historia, y dejando a el mundo con la boca abierta, a merced de un autoritarismo memorable. La hegemonía del balón. La España hegemónica. Leyenda viva de este deporte.

29 de junio de 2012

ALEMANIA-ITALIA (1-2): PIRLO TIENE LA LLAVE

Piano piano, y con el cuero por dónde pastan las vacas, sin importar el pase extra, manejando el balón con descaro y maestría. Así juega al fútbol la Italia de Prandelli. Bravissimo. Una apuesta colosal, valiente e inteligente que coloca a la azzurri en una nueva final de la Euro. Pasando por encima de la potente maquinaria de Joachim Low, incrédulo ante el inesperado repaso sufrido en una primera parte para enmarcar. Inoperante su equipo, sobrado de ansiedad y competitivamente menores que los transalpinos, los alemanes no pudieron más que tirar de casta y corazón en la 2ª parte para llevar la emoción al descuento. Insuficiente. Derrotados.
Y es que la película se había decantado mucho antes. Ya, en el primer minuto de partido, el guionista nos traza las coordenadas de lo que íbamos a ver en 90 minutos. Desde el inicio observamos a una Italia calmada y sosegada con balón, que no duda en tocar, y tocar y tocar. Y después volver a tocar. Ante la duda, balón atrás. Asegurando el esférico desde la defensa. Trabajando bien en la amplitud lateral, generando espacios…, y Pirlo. Protagonista absoluto.
Desde el ‘21’ de Italia se tejen todas y cada una de las jugadas. Si hay duda, Andrea la despeja –la duda, nunca la pelota-. Todo vale con tal de conservar la posesión. Italia echa el cerrojo, y Pirlo guarda la llave. No hay manera de que la Mannschaft dispute el balón a su rival. Aún así generan peligro (llegadas a área, por lo menos). Tras recuperación de balón: estampida. Parecen enfurecidos. Rabiosos ante el partido que les están planteando.
Mientras, los de Prandelli a lo suyo. Apenas llegan a área contraria con mordiente, pero creen en su cuento. Schweni, Khedira, Kroos y Özil son incapaces de cerrar el mediocampo. Llegan siempre un segundo tarde, y son espectadores de lujo de las asociaciones que forman Pirlo, De Rossi, Montolivo y Marchisio. Mucho talento. Y más arriba, ni más ni menos que Il Talentino Cassano aguarda ante un pase que le permita hacer de las suyas.
Y ese momento llega. Todo nace de Pirlo, el gobernador del mediocampo. Él inicia una jugada sin peligro aparente. Desde la televisión todos vemos como puede abrir un balón fácil a Balzaretti –improvisado lateral derecho-, pero el mariscal decide que no, prefiere bailar con su par, zigzagueo…, y acaba viendo un pase incisivo en el lado contrario. Ni el realizador se había percatado de la subida de Chiellini. Éste sencillo, lo que sabe: cede el balón a Cassano, escorado, de espaldas a portería y con un hombre encima. Arte. Cassano nos descubre el regate sin movimiento. Cuerpo y balón se mezclan de forma extraordinaria, pierna pivotante y Hummels besa la lona. El centro posterior es un regalo que desenvuelve Balotelli. Como el niño que espera la llegada de los Reyes Magos el ‘9’ italiano explosiona de júbilo… Pero quiere más, y seis minutos después el regalo es de parte de Lahm. La pantera transalpina hace pedazos el balón, la red y las esperanzas teutonas. Sus aficionados lloran en la grada.
En la segunda parte cambia el decorado. Low introduce un doble cambio: Klose y Reus por Gómez y Podolski. Alemania tira de orgullo y encajona a una Italia que se siente muy cómoda también en ese escenario. Los minutos pasan y los córners y llegadas de la Mannschaft se suceden, aún sin llevar excesivo peligro a Buffon. Más bien son los italianos quiénes están más cerca de hacer el tercero, en sucesivos contragolpes de mucho peligro, pero Di Natale, Marchisio y Diamanti no culminan las rápidas oleadas azzurris.
Sólo al final y de penalti Alemania es capaz de encoger el corazón de los aficionados transalpinos.  Özil castiga la mano de Balzaretti en el área, y los alemanes sueñan con  dos minutos de gloria. Pero se olvidan de que enfrente un tal Pirlo guardó la llave del partido en el primer minuto del mismo. Ahora España debe quitársela el domingo.

25 de junio de 2012

PERSONALIDAD… POR FIN

España ha cambiado de registro. Lo que antaño era alegría y vértigo, ahora es pausa y determinación. El cambio de identidad –a pesar de quiénes no lo reconozcan- ha sido lento, paulatino, por momentos preocupante…, pero por fin culminado. Obrado en el partido ante Francia, en el que España dominó durante 90 minutos, sin dejar lugar a la sorpresa, con la entereza de quien se sabe superior al rival, con la certeza de que su ritmo acabará ahogando –por plomizo- al enemigo. Por mucho humo que hubieran vendido los Benzema, Ribery, Nasri y compañía, el otro día Francia fue una compañera de baile menor, sumisa y entregada a la música española; incapaz de perseguir algo más que sombras, entregada al cansino compás que supusieron las posesiones infinitas de España.
Y si bien he sido muy crítico con la primera fase de España en esta Euro, y en especial con la ruleta rusa en que se convirtió el choque ante Croacia. Ahora entiendo a esta Selección, no comparto su idea del juego, pero demuestra personalidad… Lo mínimo que se le puede pedir a un conjunto lleno de talento como éste. Algo de lo que adoleció, traumáticamente, ante los balcánicos, que estuvieron a un cabezazo de mandar a la Campeona de Europa y del Mundo para casa. Y nos hubieran privado de conocer la verdadera nueva versión de la tan clamada y edulcorada Roja.
Y esa nueva personalidad o identidad –como prefieran llamarlo- no ha cambiado de actores, ni de director, tampoco de escenario; sólo de registro, de música, de compás. Se trata de algo innovador incluso. Algo desconocido hasta la fecha, intuido –en el Mundial de Sudáfrica-, pero agudizado hasta la apoteosis ante los galos. Nos hallamos de la defensa a través del balón, del catenaccio servido desde la posesión, de la esterilización del cuero, de la sedación del rival por aburrimiento, por pases hacía a atrás, por asociaciones sin mordiente. Eso fue España, para bien y para mal.
Conocer esta nueva realidad supuso en mí un sentimiento contrario. Por un lado aliviado por saber que España vuelve a saber a qué juega. Pero también decepcionado por seguir a una Selección que da más miedo por lo que puede llegar  ser que por lo que es. Que infunde el respeto propio que determina su historia reciente, y que escribe un presente futbolístico distinto al que un día sembró, recogiendo galones e infundiendo el respeto que su fútbol actual no merece. Apenado por sentir que nos están privando de un fútbol irrepetible.
Así, en la situación actual, no me adscribo a su estilo. No me convence Del Bosque y su canguelo me provoca una decepción enorme. Pero me alivia saber que han encontrado otro norte. Y sobre todo, que alcanzan semifinales de una Eurocopa con una parsimonia brutal. Propia de quién, por fin, sabe a lo que juega.

20 de junio de 2012

ESPAÑA PENDIENTE DEL RITMO

El secreto no está en el once. El fútbol, aún percibido desde la simpleza más absoluta, es un deporte complejo. Lleno de matices. Trufado de trampas y escaramuzas a los ojos de quien quiere desmenuzarlo. Por ello no quiero entrar al trapo de los debates nacionales en ciernes: del “sin `9` no hay nada que hacer”, o “si salen extremos, ¿por qué quitamos al delantero?, ¿quién va a rematar entonces?”. Por suerte para todos aquellos que nos inyectamos fútbol en vena; aquí dos más dos no son cuatro. El jugar con un delantero nato no te abre más puertas al remate. La presencia de extremos naturales no te garantiza la profundidad, ni siquiera la amplitud. Ni un doble pivote se tiene porqué convertir en una garantía defensiva. Todo es relativo. Depende de situaciones puntuales, de los estados de forma y anímicos, de las características y peculiaridades de los jugadores y, cómo no, del trabajo colectivo. Pero por encima de todo existe un factor del juego bajo el que todo se engloba, y del que todo y todos beben: EL RITMO.
No es lo mismo un pase tras siete contactos previos al balón, que un pase de primeras o tras un solo control; es ostensible la diferencia entre dar un balón hacia atrás o hacia delante; también entre abrir a banda o romper líneas con pases interiores; o el tiempo que se tarde en recuperar la posesión tras pérdida… Incluso los saques de banda, de puerta, de falta o de córner influyen en el ritmo del juego. Es el sino de todo equipo. Hay entrenadores que prefieren que su equipo mantenga un ritmo pausado, pues se sienten inferiores; otros que alternan en función de las situaciones y escenarios que se presenten durante los 90 minutos; y unos pocos, muy pocos, que aparcan las especulaciones a un lado y se tiran a tumba abierta todos los partidos, tratando de imprimir el máximo ritmo posible hasta asfixiar al rival. Estos son los equipos ganadores, hegemónicos y con personalidad; aquellos que permanecen en el tiempo.
La dificultad reside en ser capaz de dotar a tu equipo de los mecanismos suficientes para poder desarrollar un fútbol rítmico. Esa armonía sólo se consigue a base de trabajo y calidad. Lo primero al servicio de lo segundo, y como elemento imprescindible para jugar con velocidad. Y ahí creo que radica el principal déficit de España en la actual Eurocopa.
La esencia del fútbol control se mantiene: “Son los jugadores que tenemos, no podemos jugar a otra cosa”, proclama Del Bosque. De acuerdo, pero VB también ha de admitir que, aunque en el fondo estamos siendo España, el ritmo de juego nos está condenando a un papel sumiso que hacía mucho no adoptábamos. Pues la incapacidad para dominar los partidos viene motivada por la lentitud a la hora de construir fútbol, y ésta por la falta de trabajo de conceptos en el juego de posición. Así, bajo mi punto de vista, voy a trazar cuatro claves para poder elevar el ritmo de juego, y por ende el caudal ofensivo de la Selección:
-          La supresión del doble pivote Alonso-Busquets, o bien la reasignación de tareas: Alonso y Busquets no son jugadores de mismas características, pero por concepción del juego se pisan mutuamente. Verdaderamente su papel sobre el verde es clónico: guardar el sitio, movilidad baja, apoyo constante, y asegurar balón (añadiendo en Alonso el desplazamiento en largo). Esa función de ancla es fundamental, necesaria en cualquier equipo, pero contraproducente si se hace por duplicado, como es el caso. Mi opción sería liberar a Alonso en sus funciones posicionales, animándole a adoptar posiciones más ofensivas, a ejecutar desmarques de ruptura, etc. O bien introducir a un medio de ADN más dinámico, como podría ser Santi Cazorla (poseedor además de buen tiro lejano), y sentar a alguno de los dos anclas –veo a Alonso algo más fino en esta Euro-.

-          La fijación de las bandas: No me estoy refiriendo con esto a la introducción de jugadores específicos de banda. Sino a la correcta ocupación de las mismas, tanto en los extremos con Iniesta y Silva, como por los laterales cuando el manchego y el canario trazan la tan habitual diagonal al medio. Pero siempre, siempre, siempre, debe haber un cono rojo sobre la raya en mediocampo rival. Cuando suben los laterales, el central de ese lado debe abrir su posición, y el pivote adoptará posición defensiva. Obviamente no pasa nada porque se incorporen los dos laterales simultáneamente, pues si queremos dotar a la Selección de mayor agresividad ese sería un buen factor detonante.

-          El famoso “9”: No tengo una posición fija en el famoso debate del “9”. Me gusta la variedad, y como tal abogo por la alternativa en las alineaciones. El juego de la selección no debe variar demasiado con o sin Torres. Sino que debe ser el propio Torres quién se integre y comience a relacionar en el juego de posición; esto implica que debe caer más a bandas, bajar a recibir, moverse en otros contextos que no sean la lucha permanente con los centrales, etc.
Cesc también me parece un fenomenal jugador en esa posición, deficitario con el madrileño en los balones al espacio y en el terreno físico, pero muy superior en todo lo demás.

-          El cambio de mentalidad: Aquí radica uno de los grandes problemas. Pues es esa atadura mental la que nos está privando de ver a España intentar dominar los partidos. La especulación y el miedo al fracaso pesan, de momento, como una losa. O esa es la impresión que al menos me dejan partidos como el pasado de Croacia, en el que estuvimos a merced del rival, acongojados y faltos de personalidad suficiente como para cambiar el rumbo del partido. Al final se confío en el soplo del destino, y éste apostó por una Selección que debe vivir ahora 3 partidos de desmelenamiento, vértigo y atrevimiento colectivo. Confío en ello, al menos lo deseo.

¿LAS DUDAS MOLESTAN?

Entiendo que los componentes de la Selección se sientan molestos. Pero el otro día no gustaron, y la gente se manifiesta. El partido fue visto por casi 14 millones de españolitos; agobiados, acongojados e incómodos desde el sofá de sus casas. Angustia solitaria o compartida, pero angustia, escenificada en el remate de cabeza de Rakitic, y liberada con el gol de Navas. Liberación que, en cualquier caso, no despejaba dudas. Alegría contenida.
Antaño, cuando España siempre fracasaba en las grandes citas, el avanzar a cuartos de final era motivo de celebración, y a eso hacía referencia ayer Del Bosque, quién se quejaba de la escasa celebración por la clasificación. Pero nuestro seleccionador tiene que entender que esto es deporte, y en este negocio el listón del éxito y el precipicio del fracaso se los pone uno mismo. Y es que probablemente, para el Rafa Nadal novicio de 17 años, pasar un par de rondas de Grand Slam era un éxito rotundo, cuando ahora no es más que un proceso rutinario hacía el título, su único objetivo cada vez que pisa la arcilla de París o el verde de Wimbledon. Quizá ese nivel de exigencia sea el único camino a la gloria, alcanzada tantas y tantas veces por el mallorquín. Una lección, sin duda, para cualquier otro deportista –incluidos los a veces intocables futbolistas-.
En cualquier caso, un pragmático de esto puede calificar el pase como un éxito rotundo, así como los números de España, que nos indican que es el equipo que más anota y menos recibe de toda la Euro, también el que más remata y, por supuesto, el que más veces pasa el balón. Entonces es cuando hay que recurrir a Boza Maljkovich, para quién “las estadísticas son como los bikinis. Lo que revelan es sugerente, pero lo que ocultan es vital”. Por números España camina exitosa, pero las sensaciones que transmiten no son del todo positivas y generan dudas. Al respecto, me hacía gracia esta mañana la comparación que establecía hoy un comentarista radiofónico, “a mi vecina del séptimo la veo espléndida, en cambio a Miss Universo siempre la pongo pegas”. Exactamente lo mismo que nos sucede –y debe ser así - con España. Su nivel de excelencia en el juego alcanzado tantas y tantas veces ha levantado tal nivel de expectación que cuando paren un partido como el de Croacia la decepción es mayúscula. ¿Y cómo no se van a generar dudas?
Además, el propio Del Bosque debería afrontar esas críticas de forma positiva, excitante y estimuladora. Pues sí hemos aceptado opiniones cuando ha habido sesiones de baño y masaje hacía nuestros jugadores, lo mismo se debe hacer ahora. Ahora que todo el mundo vimos como España fue incapaz de dominar un partido vital; adormecida en un toque de balón estéril, cauteloso y espeso; timorata en su defensa; dubitativa en ataque. No fue la gran España, ni siquiera una versión menor. Fue la España de las dudas, de esas que molestan, pero esas mismas que deben reforzar la vuelta a los orígenes.

19 de junio de 2012

EL PUCELA Y SU DISCURSO DE PRIMERA (II): SOMOS VALLADOLID

Y el cambio llegó. Tímidamente. Como la llegada de Djukic a Valladolid; fría y discreta; en cierto modo también recelosa. Su escaso bagaje como entrenador (seleccionador sub21 y absoluto de Serbia, Partizan de Belgrado y 9 partidos en el Hércules) invitaba a la desconfianza en un tipo que no tenía, además, ningún vínculo previo a Valladolid –más allá de haber visitado Zorrilla en su etapa de futbolista-. Así, el Valladolid había tomado la decisión salomónica de apostar por un entrenador inexperto, con pocas referencias previas, y carente de carga emocional o sentimental hacía Valladolid. Toda una apuesta.
En ese contexto enigmático y acuciados por el problema económico, la expedición vallisoletana pone rumbo a la localidad gallega de Mondariz con el objetivo de hacer equipo cuánto antes. Sin embargo, las incógnitas afloran y los problemas crecen para el técnico, que trabaja con un grupo que cree que será desmantelado. Desde las oficinas le animan a desprenderse de Alberto Bueno, y le informan de la irrechazable oferta del Valencia por Barragán y la muy probable del Zaragoza por Guerra. ¡Tres de un plumazo! “¿Dónde me he metido?” pensaría el bueno de Djukic.
Sin embargo, ahí, cuando las adversidades invitan al pesimismo, el técnico serbio comienza ya a hacer gala de una personalidad arrolladora. Al mal tiempo, buena cara. Trabajo, trabajo y trabajo. Ese era el Plan A, el B y el C a la situación que atravesaba el club. Y también grandes dosis de cabezonería; negándose, entre otras, a la venta de Alberto Bueno, en quién confió ciegamente en un primer momento. Finalmente Javi Guerra tampoco haría las maletas, siendo Barragán el único en abandonar la expedición vallisoletana.
El barco ya había zarpado, y en ese preludio tedioso que son los partidos de pretemporada se comienzan a prever algunos de los rasgos del Valladolid de Djukic. Se intuye ya a un entrenador de buen gusto por el juego, centrado en la salida limpia del balón desde la defensa, en la elaboración en el mediocampo, y en la movilidad de los jugadores más ofensivos para la generación de fútbol. Todo parece muy bonito, “demasiado para Segunda”, pensaban algunos.
Con la temporada en marcha se reafirman las buenas sensaciones previas de míster y plantilla. El equipo no arrasa, pero mantiene una solidez y equilibrio de resultados que le aúpa a la zona alta de la tabla. Además, la asimilación de conceptos parece efectiva. No por su eficacia, sí por su insistencia. La perseverancia en la salida de balón desde la defensa, no da sus frutos instantáneamente, pero en la cabeza de Djukic se maduran paulatinamente, sin importar tanto el aquí y el ahora, y pensando en el mañana, más cercano que lejano. Es un proceso lento, un trabajo de orfebrería necesario para dotar al equipo de los mecanismos necesarios para caminar por sí sólo por la dura y larga Segunda División.
Las decisiones y el trabajo de campo las adereza con un mensaje directo, profundo y ganador; repetido hasta la saciedad “SOMOS VALLADOLID”. Cada problema, cada queja o cada contratiempo queda minimizado. Djukic es Valladolid, considera que trabaja para un club grande, y hace sentir eso mismo a sus jugadores. El que se acobarde no tiene cabida en el grupo.
Así, cada día, Djukic no sólo convence a su grupo, también a una afición que además disfruta de un fútbol de salón, impropio de Segunda. Un juego que además garantiza resultados, esos mismos que aúpan a los de Pucela a la parte alta de la clasificación. La encarnizada lucha, durante más de 40 jornadas, con Depor y Celta, deja al Valladolid malparado a falta de sólo una. Los pequeños detalles habían alejado a los blanquivioletas del ascenso directo, que vieron indefensamente como Celta y Córdoba firmaban un empate anunciado que obligaba a Djukic y sus hombres a jugar el Play off para conseguir una plaza de Primera.
Primero Córdoba y luego Alcorcón. El Valladolid volvió a demostrar lo que ya hizo en la fase regular, que es más y mejor equipo que sus rivales. Ascenso y celebraciones. El jefe de la obra no se esconde desde el balcón del ayuntamiento: “SOMOS VALLADOLID”.

18 de junio de 2012

EL PUCELA Y SU DISCURSO DE PRIMERA (I): LOS ANTECEDENTES


Alen Peternac

Zorrilla volvió a vibrar la noche del sábado. Sus vetustos cimientos no conocían tanto ajetreo desde tiempos inmemoriales, cuando aquel europucela de Alen Peternac, de alegría efímera –como un cubata en manos de aquel “9” de carrera fulgurante-, se partía el cobre con los gallitos de España. Desde entonces, sopor y pequeños impases a la monotonía que ha preponderado en el José Zorrilla en los último 15 años. Con un club asentado en la clase media de 1ª División, abocado a un papel de mera comparsa que terminaba por aburrir a la nunca animosa afición pucelana. Esa dinámica pesimista, aburrida y pecaminosa en lo económico terminó por hundir a un club que no valoró lo que tenía cuando caminaba tranquilo por 1ª División.
Tuvo que llegar el infierno de Segunda y, sobretodo, la llegada de Mendilíbar para volver a abrir los ojos de los aficionados blanquivioletas. ¡Qué bien se estaba en Primera! El técnico vasco cocinó un equipo de 86 puntos. Ascenso en abril, y fiesta. Pero eso fue hace ya más de de 5 años.
Caras largas en el día de la despedida de Mendilibar
Aquel equipo de Mendi tuvo otro año y medio fantástico.  Fútbol de presión y ejecución, valiente en su dogma, eléctrico en su práctica. De repente, un tipo venido del norte, sin apenas experiencia en la élite, había puesto Valladolid patas arriba, y su equipo transitó de forma brillante en el retorno a la categoría de oro del fútbol nacional. Al año siguiente la dinámica se prolongó, pero el ambiente se enrareció de forma incomprensible. Los fichajes nuevos no terminaban de cuajar, y la vieja guardia de Mendi no conseguía reconducir la situación. A mitad de temporada, y con el equipo fuera de puestos de descenso, el ‘técnico milagro’ se vio de patitas en la calle. Sus sucesores en el cargo, Onésimo y Clemente, fueron incapaces de salvar la nave y el Valladolid dio, de nuevo, con sus huesos en Segunda.


Antonio Gómez en el Zorrilla
Una situación ya conocida, pero igual de amarga que la del anterior descenso. Gradas vacías. Horarios aciagos. Rivales desapacibles… Aburrimiento en grandes dosis. Ante este árido paisaje, sólo una gestión atractiva y un proyecto ilusionante serían capaces de reflotar la nave pucelana. Se confió en un tipo joven, Antonio Gómez, que recaló en Valladolid atendiendo a razones y méritos desconocidos todavía a día de hoy. Sin embargo, desde el principio se mostró serio, metódico y tremendamente trabajador. Suficiente. Parecía que la decisión de la cúpula blanquivioleta había sido la idónea. La pena era que los resultados no acompañaban las buenas impresiones; el equipo jugaba, por momentos hasta bien, pero no mataba los partidos. Y Antonio Gómez pagó caro el peaje, como siempre sucede con los entrenadores, máximos culpables de la falta de puntería de sus jugadores. El manchego se fue por dónde vino, y vino su antítesis precisamente. Abel Resino, experto en no sé qué leches en el mundo de los banquillos. Su llegada trajo consigo una racha fatídica de 8 partidos perdidos. Se cuestionó su continuidad –con AG se tardó menos-, y el equipo milagrosamente tiró hacía arriba. Remontada meteórica y al play off. El juego, siempre el juego, acabó condenando a los blanquivioletas, quienes vivieron y bebieron todo el año de los goles de Guerra. En el momento crucial no llegaron, y la falta de plan B, la ausencia de trabajo diario y la –como no- suerte esquiva fueron demasiado escollo para un equipo triste y ramplón. Algo debía cambiar.

2 de junio de 2012

DISECCIONANDO A ESPAÑA: LA DEFENSA

Sin duda una de las líneas más alteradas por la sensibilísima baja de Puyol, a la que se ha unido recientemente también la del lateral derecho Iraola. Así, nos encontramos en la defensa con un jugador que apenas ha disputado 8 partidos en toda la temporada, con un central reconvertido desde el mediocampo, y con un lateral –además debutante- que ha hecho lo propio desde el extremo. Vayamos al análisis: de derecha a izquierda, estos son nuestros defensores.

JUANFRAN TORRES (lateral derecho): Su caso es el de la alterabilidad de este deporte. Pasar, en apenas 6 meses, de ser el extremo suplente del Atlético de Madrid a debutar y ser convocado como lateral de España no es muy comprensible. Todas las explicaciones a tan inverosímil parodia nos llevan a un nombre: Cholo Simeone. El argentino no sólo cambió el rumbo de su equipo, también inyectó en sus hombres una dosis enorme de agresividad y confianza en sus posibilidades. Y de entre todos esos jugadores, el que más bebió de sus enseñanzas fue Juanfran. Adaptándose de forma espectacular a un puesto tan especial como el de lateral derecho. El otrora fino extremo, salido de la cantera del Madrid, y de paso brillante por Osasuna, se había convertido de la noche a la mañana en un lateral aguerrido en el marcaje defensivo y de despliegue y recorrido en ataque. La inoportuna lesión de Iraola permite al alicantino disputar un puesto de titular con Arbeloa en la Selección española. Increíble pero cierto.
Pros:
-          Su gran recorrido y despliegue físico. Nos encontramos con un jugador de gran velocidad, y que ha demostrado un fondo destacable en las repetidas incorporaciones al ataque que aborda a lo largo de los 90 minutos.
-          Técnicamente está bien dotado. Fundamentalmente a la hora del desequilibrio y de tratar de desbordar al contrario.
-          Su actitud. Para completar esta progresión meteórica en tan pocos meses hace falta un componente actitudinal importantísimo.
Contras:
-          La doble inexperiencia. Primero en la Selección, pues se trata de un debutante con España. Y segundo en su nueva ubicación en el campo, pues por muy bien que se haya adaptado no debemos perder de vista que se trata de una reconversión a un puesto tremendamente específico, y que este jugador apenas acarrea un puñado de partidos a sus espaldas en dicha posición. Apenas ha vivido situaciones defensivas en el área, apenas conoce los conceptos de las coberturas a los centrales, de trazar el fuera de juego, o de los desdoblamientos efectivos. Sin duda puede sufrir.
-          Capacidad de asociación. Aunque habláramos antes de sus cualidades técnicas, Juanfran me presenta dudas en su capacidad para la asociación, pues viene de un fútbol más vertical, de desborde por aplastamiento y velocidad, y carente de minutos y espacio para la elaboración y las largas posesiones. Deberá de demostrar, también en este aspecto, una capacidad camaleónica para adaptarse a su nuevo medio de juego: el de posición y posesiones prolongadas.

ÁLVARO ARBELOA (lateral derecho o izquierdo): Su versatilidad plantea una duda: ¿izquierda o derecha? Durante casi toda la temporada el blanco se ha amoldado al lateral derecho desde el momento en que Sergio Ramos fue convertido en central. Pero en temporadas anteriores ya había demostrado su capacidad para poder jugar como lateral izquierdo. Ya quedan muy lejos los años en los que Arbeloa se perfilaba como un central de gran recorrido, en el Castilla e incluso el Deportivo, pero su capacidad actual para jugar en ambos costados le da un plus para ser titular en esta Selección.
Pros:
-          Ya hemos hablado de su mayor cualidad: la versatilidad. Cimentada en una capacidad extraordinaria para jugar en cualquier posición defensiva y conseguir un rendimiento notabilísimo en todas ellas.
-          No es un 10 en nada. Tampoco un 9. Pero una de sus grandes virtudes es, precisamente, ser consciente de sus limitaciones. Gracias a ello, es dificilísimo ver a Arbeloa cometer errores de bulto. La regularidad y el rendimiento –sin altibajos- en persona.
-          Es un gran marcador. Incapaz de superar al 90% de sus rivales en el plano físico, recurre a la anticipación e intensidad defensivas.
-          Enorme competidor.
Contras:
-          Carece de la explosividad de otros laterales. Por ello puede sufrir cuando le cogen la espalda, pues carece de la velocidad necesaria en esas lides. También la echa en falta en el apartado ofensivo, pues rara vez es capaz de desbordar en uno contra uno.
-          Lo que ya hemos hablado con anterioridad. No ser un 10 ni un 9 en nada es demasiada rémora para jugar en un equipo como España, repleto de figuras y estrellas mundiales.
JAVI MARTÍNEZ (central): Del box to box a jugar sólo en un área: el defensivo. La llegada de Bielsa a Bilbao supuso muchísimos cambios y restructuraciones, entre ellas la de la reconversión de Javi Martínez desde el mediocampo a la defensa. Quizá muy dura para un jugador del futuro y calidad del navarro, pero los resultados, su gran temporada y la posterior llamada de la Selección a la Euro lo compensan todo. A día de hoy no cabe duda de que nos encontramos ante un enorme central.
Pros:
-          Su despliegue físico es descomunal. Al alcance de muy pocos jugadores a nivel mundial. Su 1,90 de estatura, y su capacidad para ir al choque, en el barrido a ras de yerba, en el juego aéreo y su velocidad y recorrido le sitúan en un escalón top.
-          Con el balón, y más ahora de central, es también un jugador 100% solvente. No sólo es capaz de filtrar balones al mediocampo, del mismo modo que antes lo hacía desde el medio a la delantera, sino que también posee un desplazamiento en largo preciso y capaz de salvar varias líneas.
-          Su año de aprendizaje con Bielsa, con la consabida meticulosidad del rosarino, bien debe reportar beneficios en la Selección, que además practica un juego muy en la línea del actual Athletic.
Contras:
-          A veces comete errores posicionales, propios de quién se está asentando en una posición que requiere de años y partidos de experiencia.
-          Su mayor problema para jugar en este equipo es el nivel de sus dos grandes rivales para el puesto: Ramos y Piqué. Por lo demás, aglutina todo lo que puede tener un central de categoría.

RAÚL ALBIOL (central): Su temporada se resume a ocho partidos de dudosa importancia. O lo que es lo mismo, se trata de un jugador denostado por Mourinho a quién sólo la lesión de Puyol le ha abierto las puertas de la Euro. Personalmente creo que había otras opciones –y no cerrándome sólo al puesto de central- más merecedoras de acudir a Ucrania y Polonia. Por lo demás, es un jugador de sobra conocido por Del Bosque, y que le presenta plenas garantías.
Pros:
-          Se trata de un central muy regular. Muy del perfil de Arbeloa en el lateral, gran competidor y conocedor de sus virtudes y defectos.
-          Físicamente es un jugador considerablemente rápido, y además suele ser efectivo al corte.
-          A pesar de su inactividad, cuenta con una buena experiencia –fundamentalmente en otras temporadas- en partidos comprometidos y de gran exigencia.
Contras:
-          La inactividad en casi un año es una rémora mucho más importante de lo que podamos creer. Más si cabe para un torneo de la exigencia de una Eurocopa, en la que cada partido se juega a cara de perro y ante delanteros de primer nivel.
-          Físicamente es rápido, pero a pesar de su estatura no es contundente ni autoritario. Suele fallar en el cuerpo a cuerpo.
-          Su salida de balón no es todo lo limpia que debería. Tampoco falla en exceso, pero carece de la capacidad y visión suficiente como para eliminar líneas en sus envíos desde la defensa.

SERGIO RAMOS (central): La evolución lógica del fútbol le ha devuelto al puesto de central. Lugar desde el que ha brillado con luz propia en el Real Madrid en la presente temporada, formando junto a Pepe un tándem impenetrable.
Pros:
-          Su poderío físico. Estamos hablando de un auténtico prodigio de la naturaleza. Duro como una roca, explosivo y contundente. Físicamente es el defensor 10.
-          Cuando está 100% concentrado da la sensación de ser un futbolista insuperable. Preciso al corte, y aguerrido y violento en el cuerpo a cuerpo. Su capacidad intimidatoria es inigualable.
-          Obviamente estamos hablando de uno de los mejores defensores del mundo. Pero además es un futbolista que posee los fundamentos y habilidades técnicas para propiciar salidas interesantes de balón.
-          Su experiencia. La trayectoria de Ramos, tanto en el Real Madrid como con España, le avala en este tipo de torneos, sólo aptos para grandes competidores.
Contras:
-          En ocasiones sufre cortocircuitos que propician errores de bulto. Ya sea a nivel posicional o en forma de entradas desmedidas. Sin duda es algo que debe corregir.
GERARD PIQUÉ (central): No viene de completar su mejor temporada, ni mucho menos. La irrupción de Mascherano en la defensa culé, y su alarmante bajón físico y anímico, acabaron sentando al bueno de Piqué en el duro banquillo. La Eurocopa debe ser el aliciente necesario como para ver la mejor versión de este extraordinario futbolista.
Pros:
-          Otro defensor 10. Si en el caso de Ramos primeramente apuntábamos a sus capacidades físicas. Con Piqué debemos hacerlo en el plano técnico y posicional. Estábamos ante el jugador solvente en persona. Enorme en el corte, insuperable por arriba y fundamental en la salida de balón.
-          Ya están señalados todos sus pros: todos los que se le pueden pedir a un defensa.
Contras:
-          Habrá que ver cómo llega a nivel físico. Pues es un jugador que cuando no está fino se le nota excesivamente a la hora de salir al corte.

JORDI ALBA (lateral izquierdo): Sus inicios como profesional en Valencia nos presentaban a un extremo izquierdo rápido y habilidoso. Sin embargo, la propia dinámica del fútbol y el cruce en el camino con un técnico moderno como Unai Emery nos han acabado regalando un lateral izquierdo superofensivo y resolutivo para la Selección española. Ha acabado jubilando a un excepcional –por rendimiento y actitud- Capdevila que ya chirriaba un poquito en el engranaje de Del Bosque, y parece amo y señor de un puesto tremendamente específico y singular como el suyo.
Pros:
-          Su fútbol es velocidad. Velocidad y sorpresa. Debe ser uno de quiénes se aprovechen del juego adulador y parsimonioso de posesión que practique el combinado nacional. Mientras unos transitan a velocidad crucero por el medio, combinando en corto, pisando y apoyando (“toco y voy”), aglutinando la atención del rival…, los Alba, Navas o Pedro deben ser quiénes aporten la velocidad y profundidad siempre necesaria en un fútbol como el español.
-          Técnicamente es un jugador de recursos. Capacidad de asociarse y jugar con precisión en espacios pequeños.
Contras:
-          El tamaño no debe ser problema en ningún jugador, pero un defensa de 1,65 puede sufrir ante equipos poderosos en el juego aéreo que cimenten su fútbol en el kick and rush. Por ejemplo se me viene a la mente el partido contra la Irlanda de Trappatoni…
-          No siempre resuelve con clarividencia al llegar a línea de fondo. Quizá sea uno de sus grandes “debe”: optimizar al máximo sus llegadas por sorpresa.
-          La inexperiencia en este tipo de competiciones. Nos encontramos ante un debutante en grandes torneos internacionales, que si bien goza de tablas en partidos importantes con el Valencia, nada comparable con ser internacional con España.

VALORACIÓN GENERAL:
La sombra de Puyol es tremendamente alargada en la defensa española. La ausencia del central del Barcelona no sólo altera un puesto, sino que saca a Ramos del lateral y hay que ubicar, por tanto, un nuevo jugador en esa posición. Así, pasamos de lo que podía haber sido un Ramos-Puyol-Piqué-Alba; a un Arbeloa-Ramos-Piqué-Alba. Sólo cambia un jugador, pero se modifican dos puestos.
La apuesta de José Mourinho por Ramos como central durante toda la temporada hace menos traumático el cambio, si bien, la baja del culé es más sensible en el plano anímico y competitivo que en el propiamente posicional.
Aún así, no caben dudas sobre las garantías que ofrece la defensa titular española. Sobresaliendo en la pareja de centrales, Ramos-Piqué, que se deben complementar por condiciones a la perfección; y algo más limitada en los laterales, a priori Arbeloa y Alba, uno más experto y defensivo, y más alegre e inexperto el valencianista.
En cuanto a los futuribles suplentes, me gustaría resaltar a Javi Martínez, quién por su polifuncionalidad, calidad y regularidad se puede convertir en el jugador número 12 para Del Bosque. En cambio, no creo en los milagros, y pienso que el protagonismo de Raúl Albiol será testimonial, falto de minutos y de ritmo durante toda la temporada, su participación en una línea tan comprometida y al límite como la defensiva sería de cierto riesgo.
Además, para el brillo de esta línea, es necesaria la colaboración del resto de componentes de Selección. Pues una mentalidad global defensiva abrillanta y facilita el trabajo de los defensores.